sábado, 23 de octubre de 2010

Los morritos de la ministra

SALVADOR SOSTRES

No me parece ni bien ni mal que un alcalde hable de los morritos de Leire Pajín. No me parece bien porque fue todo muy tosco y poco elaborado y no me parece mal porque, en democracia, la libertad de expresión prevalece ante el totalitarismo feminista que considera machismo y violencia doméstica cualquier alusión no elogiosa a una mujer.

Lo verdaderamente terrible es que el debate público español esté secuestrado por cuatro histéricas que basan su discurso -y su estrategia- en presentar al hombre como a un asesino en potencia y a las mujeres como víctimas de todo. Del mismo modo que se puede hacer broma, y no pasa nada, con la barriga cervecera de algunos hombres, con nuestra calvicie y con lo que llegamos a roncar cuando hemos bebido; con nuestras promesas precoitales y esa facilidad con la que lo olvidamos todo al desparramarnos; del mismo modo que este tipo de humor existe, y nadie pone el grito en el cielo, no veo por qué motivo se tiene que crucificar a don Antonio Burgos por haber dicho que Pajín tiene cara de actriz porno o hay que llegar al extremo de prohibirle al alcalde de Valladolid que vuelva a presentarse por lo de los morritos.

El ecologismo y el feminismo son los dogmas a los que recurrió la izquierda para continuar ejerciendo su totalitarismo después de desahuciado el comunismo. El cambio climático es una superstición y el feminismo es igual de absurdo que el machismo. Muchas veces me pregunto, en la misma línea, por qué motivo a cualquiera se le acusa de ser de extrema derecha y a nadie de ser de extrema izquierda, cuando es evidente que en el abanico parlamentario español la extrema derecha no existe y que en cambio ningún socialista se ha disculpado por haber sido comunista, o por serlo todavía.

El feminismo no puede ser una obligación ni el machismo es un delito. Las bromas sobre chicas y chicos son la sal de la vida; el costumbrismo ha dado una muy estupenda literatura y nada hay tan agradable como acudir a un debate y encontrarte de compañero tertuliano a Alfonso Ussía. La rivalidad entre hombres y mujeres es la misma que entre el Barça y el Madrid -sienten que no se soportan pero saben que se necesitan- y si el feminismo persiste en la falacia de intentar explicar su fracaso a través de una supuesta opresión masculina, va a perecer en el intento. La culpa nunca es de los otros, querida.

Es un mito y una excusa que los hombres nos hayamos impuesto por la fuerza. La fuerza dejó de ser un argumento cuando abandonamos la cueva y si desde entonces hemos ganado es porque hemos sido mejores: más listos y más inteligentes, más generosos, más valientes y hemos estado dispuestos a competir hasta las últimas consecuencias. Por el mismo motivo, si las mujeres han fracasado y viven hoy en una situación que a muchas parece disgustarles es porque no han sabido hacerlo mejor; porque no han sido tan inteligentes -que no forzudas- como nosotros para imponer su modelo de sociedad, ni han tenido tal modelo y todo era quejarse siempre y odiarnos, afirmándose en la querella y nunca en ninguna idea positiva.

Uno tiene cara de esto y otra morritos de lo otro. Bienvenidas a la prensa libre. Las metáforas sólo dan miedo a las tiranías.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que verguenza... así esta el mundo con estos personajes por medio...

Anónimo dijo...

Este tío es imbécil. Pero eso no es nada nuevo.