SALVADOR SOSTRES
Los empresarios son el único motor de la economía. Los trabajadores son también importantes, pero la mano de obra es intercambiable y siempre va a haber millones de manos. No siempre va a haber grandes empresarios que tengan la fuerza y la inteligencia suficientes para crear imperios con sus cientos y miles de puestos de trabajo. Pero mano de obra sí que va a haber siempre, aquí, en Asia y en África.
Las condiciones laborales de un trabajador en España son privilegiadas. ¿Qué más queréis? «I remember you well in the Chelsea Hotel / you were famous, your heart was a legend». Las condiciones laborales de un trabajador en España son un lujo, sobre todo si las comparamos con la humillante cantidad de obstáculos que tiene que salvar un empresario para poder crear riqueza y puestos de trabajo, y poder así tirar de la economía global y pagar los derechos adquiridos y demás abusos a los que llamamos solidaridad.
Podéis hacer todas las huelgas que queráis, podéis intimidarnos y agredirnos con todos los piquetes que podáis armar. Podéis reclamar, exigir y estafarnos aún más con vuestro absentismo laboral. No es nuestro problema. Podríamos vivir de lo que ya hemos ganado, o casi. Tal vez completarlo con algunas inversiones acertadas.
El problema es vuestro y las crisis económicas, además de ser culpa vuestra y no de los bancos, como tanto os habéis querido creer para, una vez más, no asumir vuestra responsabilidad, las crisis económicas, decía, además de ser culpa vuestra os afectan principalmente a vosotros, con rebajas salariales y despidos.
Si no ponéis algo de vuestra parte se os va a acabar la fiesta, si no trabajáis más y mejor, si no aceptáis que vuestro sueldo tiene que guardar proporción con lo que seáis capaces de aportarle a la empresa, los empresarios van a cerrar y se van a marchar con su música a otra parte si ya el negocio no les resulta rentable, porque no creo que exista ningún empresario suficientemente loco como para jugarse su patrimonio intentando salvar empresas que ya no pueden funcionar por tanto saqueo sindical, tanto liberado, tanto día personal y todos estos impuestos como un abordaje de los piratas más sanguinarios.
No sé si sabéis exactamente lo que decís cuando criminalizáis al empresario; no sé si sabéis exactamente lo que hacéis cuando lanzáis pedradas contra los comercios y fábricas que se niegan a ceder ante el chantaje de la huelga. No sé si sois exactamente conscientes de qué mano os da de comer y de qué otra mano juega a esconderos la bolita como un trilero.
El problema es vuestro y todo pende de un hilo. Si os lo cargáis, que es lo que estáis haciendo, vais a descubrir, con mucha más amargura que cualquier empresario, la mentira que son y esconden los sindicatos, que no son vuestros cómplices sino vuestros cínicos, y viven de hacer negocio con vuestra necesidad. Vais a descubrirlo, despedidos y desahuciados, sin ningún empresario al que echarle la culpa porque ya todos se habrán marchado, hartos de tanto insulto, de tanto desprecio y de tanto atraco. Idle entonces a Cándido Méndez a que os garantice vuestros derechos adquiridos; y llamadme, por favor, cuando vayáis, que no quiero perdérmelo.
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