jueves, 28 de octubre de 2010

Campaña podrida


JORGE MONTOJO

UN ALCALDE deslenguado ha hecho burla grosera acerca de los labios de una ministra. Esa boca es detonante de una campaña electoral orquestada por nuestro Fouché nacional, un siniestro Rubalcaba que ve y escucha todo, y que es protagonista en nuestra historia democrática de la más sucia violación del día de reflexión que llevó a Zetaparo al poder.
¡Qué conveniente baremo siguen los que mandan! Investigan al pipiolo Matas por su fabuloso enriquecimiento pero se niegan a perseguir las relinchantes cuadras socialistas en las que manda Bono, quien gusta clamar «¡vaya tropa!», como su pariente político Romanones ante todos los que osan poner en cuestión su honestidad de monaguillo.
Pero nada se acerca a la Isla de la Calma, donde los desmanes de los poderosos (y más aún de las poderosas, ya que estamos inmersos en esta merde de corrección política) dejan a Don Vito a la altura de un ladronzuelo de garrapiñadas.
Aquí el tufo es mayúsculo pese a la brisa marina. Tenemos a fiscales amedrentadores que telefonean a periodistas para detener una investigación, que se niegan a que la Justicia sea ciega o al menos lo parezca, que pactan con la diabla por treinta monedas, donde los terrenos son calificables o no según la mano que apueste… y nada pasa más allá de la omertá oficial, que sigue pensando que si no se habla de una cosa, no existe.
Por fuera la sociedad está harta y el divorcio de la política es ruinoso. Los españoles siguen pensando que quienes les mandan son el tercer problema tras el paro y la crisis económica. Queremos ya que todos los chupópteros declaren su patrimonio y justifiquen su enriquecimiento (hoy en día, nadie metido a la cosa pública ve menguada su bolsa); deseamos que los socialistas que se han atrevido a bajar las pensiones y subir los impuestos sean austeros y que se dejen de tanto coche, viaje y dieta oficial; exigimos que tanto ayuntamiento arruinado (todos lo están) explique sus licencias urbanísticas…
Con magnífico rostro amenazó la Munar que si nos metíamos tanto con los políticos vendría una dictadura. ¡Pero si la dictadura la han impuesto ell@s, sacrificando al becerro de oro y arrancando a mordiscos el generoso corazón de una sociedad que apostó por la democracia! Los tiempos son difíciles. Por eso Bauzá avanza con aureola de santo (aunque no creamos en ellos) por la pestilente ciénaga política, creyendo ser un cisne que no puede mancharse con el barro.

El Mundo

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