Ernesto Ladrón de Guevara
“Si a esta nación latina [España] la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo, así como pesaría sobre nosotros como la mayor de las desdichas, como agobia y aflige al ánimo del naufrago el no divisar en el horizonte ni costa ni embarcación, el que España prosperara y se engrandeciera” (“De su alma y de su pluma” SABINO ARANA, edición de 1932).
Así resumía el fundador del PNV su proyecto político, al cual no se ha renunciado explícitamente por los actuales miembros del partido separatista. Es más: vengo defendiendo reiterativamente en distintos artículos que el PNV es el único partido que mantiene el fundamento fundacional incólume y es el único que ha seguido de forma coherente y pertinaz con los objetivos que le dieron naturaleza. Es también el único que a lo largo del tiempo, paso a paso y sin retroceder nunca, ha conseguido poco a poco acercarse a su fines máximos.
El PNV no ha desaprovechado a lo largo de su historia ningún resquicio para demoler los cimientos de la nación española y destrozarla a fin de lograr el objetivo de la independencia de la Euskeria concebida por Sabino Arana, o Euskadi, o Euskalherria, según las diferentes versiones de la nación inventada vasca, inexistente hasta que esa mente enferma la concibiera a finales del siglo XIX.
Un partido característicamente de derechas como el PNV, ultracatólico, exacerbadamente radical en sus postulados, racista en sus orígenes, nada republicano en su idea matriz, se alió con el conglomerado de la izquierda sovietizante en 1936. Sin embargo, traicionó reiteradamente a sus socios de guerra aparentando combatir cuando en realidad estaba pactando una solución a sus propios intereses como quedó demostrado en la rendición acordada con los italianos en Santoña. Probablemente la traición de los nacionalistas al bando republicano, sospechada por Indalecio Prieto y Negrín, propició la caída del frente del Norte y el desenlace desfavorable de la Guerra para el frente republicano. Ya hay datos y referencias bibliográficas sobradas para hacer esta afirmación.
Posteriormente, en el pacto constitucional, el PNV no cejó hasta conseguir una verdadera chapuza en el diseño autonómico que estamos pagando caro. Expresión de esta notable imperfección de nuestra Carta Magna es la Adicional Primera, que preserva los derechos históricos de los territorios forales, verdadera piedra angular de la desigualdad entre los españoles. Es absurdo considerar que unos territorios tienen derechos históricos enraizados en el Antiguo Régimen, mientras que se niega la historicidad de otros territorios que igualmente tuvieron sus fueros.
Posteriormente, tanto respecto al terrorismo como en todo momento que ha tenido ocasión el PNV no ha desaprovechado hilo para hilvanar la descomposición española, cumpliendo el testamento vital de Sabino Arana que en su última etapa mal llamada españolista concibió la estrategia de distribuir entre todos los territorios españoles el virus de la descomposición.
Hoy nos encontramos ante una nueva traición de Zapatero a los españoles y a la unidad y cohesión entre todas las tierras españolas. El acuerdo alcanzado con el PNV para salvar los presupuestos del próximo ejercicio y así lograr permanecer en el poder hasta el final de la legislatura es una villanía que rompe la unidad del mercado laboral y demuele lo poco que nos quedaba de los instrumentos para que entre los españoles haya igualdad en sus derechos sociales como es el derecho al trabajo y el derecho a recibir prestaciones en condiciones similares. Es una falsedad que lo acordado de los traspasos de las políticas activas de empleo no rompa la unidad de caja de la Seguridad Social, ya que el País Vasco podrá retener, gracias al Cupo, el 6,45 % de lo recaudado para dichas políticas mientras que el porcentaje relativo de paro es sensiblemente menor que en el resto de las Comunidades autónomas. Es decir, que el Estado ingresará casi medio billón de euros menos y tendrá que atender a más desempleados que los que correspondería con esa minoración de la recaudación. Quien diga que eso no repercute en la Caja de la Seguridad Social engaña con alevosía.
Si esa transferencia fuera hecha a otra Comunidad cualquiera –como de hecho las hay- no tendría repercusión, pues es el Estado el que recauda y devuelve a la Comunidad el montante relativo a la masa laboral gestionada, pero al tener la Comunidad Autónoma Vasca, en virtud de la Adicional 1ª de la Constitución, el Concierto económico, es ésta la que recauda, y por tanto la que se queda directamente con el dinero, sea cual sea la tasa de desempleo actuante. Eso es una trampa mortal para la unidad de la Seguridad Social y tendrá efectos muy nocivos para el conjunto de España.
Con esta trampa mortal puesta por los nacionalistas, Zapatero rinde una vez más la cohesión territorial y la igualdad de los españoles al servicio de sus intereses personales y de partido, sin considerar los riesgos para el futuro de la Nación que dice representar y con claro desprecio al mandato constitucional que preserva la unidad de España por encima de otras consideraciones.
De nuevo el PNV hace de la necesidad virtud y se aprovecha inteligentemente de la debilidad de los mandatarios españoles que están muy por debajo de la dignidad que se exige a la encomienda que tienen atribuida. Desgraciadamente nunca un gobierno ha hecho tanto daño a los españoles en tan poco tiempo.
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