Aleix Vidal Quadras
El flamante copresidente del Gobierno ha acusado al primer partido de la oposición de llevar el machismo en sus genes. "Está en su genética" han sido sus palabras literales. Con independencia de que semejante afirmación es una solemne majadería porque los reflejos de afirmación masculina son en todo caso un fenómeno general de determinadas sociedades, la española entre ellas, que brotan en ocasiones tanto en la derecha como en la izquierda, donde sí parece existir un problema serio de vicio de origen es en el PSOE y no precisamente en el ámbito de la relación entre sexos, sino en otro de mucho mayor calado. El PSOE, en efecto, a lo largo de su historia siempre ha tenido graves dificultades para comprometerse con la libertad como valor fundamental y este defecto lo ha manifestado tanto en sus actividades internas en España como en sus posiciones internacionales. Basta repasar las biografías de personajes tan conspicuos como Pablo Iglesias, Juan Negrín o Francisco Largo Caballero o conocer el triste destino de Julián Besteiro para asistir a una larga serie de demostraciones de pensamiento totalitario, de participación en revoluciones violentas para tomar el poder contra la legalidad democrática, de eliminación de personas de bien en su propio seno y de desprecio absoluto por el Estado de Derecho o la pluralidad ideológica. Más modernamente, la etapa felipista se caracterizó por la destrucción de la separación de poderes, el crimen de Estado, el saqueo de las arcas públicas o la utilización del aparato institucional para liquidar a enemigos políticos, casos José María Ruiz Mateos y Mario Conde. En estos días, la insistencia primero de Moratinos y ahora de su sucesora en modificar la Posición Común de la Unión Europea sobre Cuba con el fin de ayudar a los hermanos Castro es otra palpable muestra de la filiación liberticida del socialismo español. Cuando se constata que el anterior ministro de Exteriores llegó al extremo de vileza de solicitar a su colega belga que no concediera el oportuno permiso para que cuatro de los deportados cubanos visitaran Bruselas con tal de evitar que pudiesen exponer la verdad sobre la brutalidad del régimen que les había torturado y encarcelado, las conclusiones sobre patologías genéticas más bien van en una dirección. Un individuo que llora porque le cesan, pero que no derrama una lágrima por los millares de demócratas cubanos asesinados o sepultados en mazmorras por los Castro sin duda transporta material averiado en su ADN moral. Si aceptamos la sofisticada tesis de José Blanco sobre los plumeros, al PSOE se le ve el suyo de lejos y está impregnado de sangre, de sectarismo y de maldad.Vía Prohibido pisar las flores
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