Joan Font Rosselló
José Ramón Bauzá se está desinflando poco a poco. Desde que el pasado viernes anunció que eliminaría la ley de normalización lingüística, el bisoño presidente del PP balear no ha dejado de recular. A las pocas horas admitía que se había equivocado. “Es de humanos de equivocarse y de sabios rectificar”, apostillaba. De eliminar la ley de normalización lingüística sobre la que descansa la maraña de decretos y demás normativa lingüística nada de nada. “La modificaremos y aboliremos el decreto de mínimos”, concluía horas después de la “conmoción” que, según el diario Baleares, había provocado al anunciar el punto y final de la farsa catalanista.
No acaba aquí la cosa. Un día después Bauzà ya decía que el tema lingüístico no era lo que más interesaba a los ciudadanos, tratando, mal que bien , de cerrar un debate que él mismo había abierto. Al día siguiente decía que “el modelo educativo no se puede restringir a un modelo lingüístico”, una perogrullada que no debería hacernos olvidar que el PP nunca ha tenido ninguna propuesta en materia educativa digna de este nombre, tal como han evidenciado tanto la gestión de Manuel Ferrer como de Xisco Fiol como consejeros de Educación. Lo que en realidad quiere decir Bauzà es que le dejen en paz y no le vengan con más monsergas lingüísticas. Seguramente sus asesores –el arriolismo al poder- le habrán aconsejado que “ahora no toca” hablar de lengua, no sea cosa que dilapide las ventajas que le dan los sondeos y que no abra debates que puedan reanimar a los alicaídos votantes de izquierda que no pensaban ir a votar. Antich ya se ahogará en su propia salsa, no hace falta trasladar el debate de la gestión –inexistente del Pacte- a la ideología donde, dada la debilidad ideológica popular, tiene todas las de perder.
Sea como fuere, Bauzà le ha visto las orejas al lobo y ha reculado. Y más todavía que va a recular. No deja de sorprenderme la credulidad del votante popular que sigue dejándose tomar el pelo una y otra vez. Sólo hay que ver los vítores y la alegría con los que fue recibido el anuncio de la supresión de la ley de normalización de Bauzà para percatarse de las verdaderas razones por las que el mallorquinismo y el anti-catalanismo nunca han superado el nivel del sentimiento al no traducirse ni política ni instuticionalmente en nada. Seguir confiando en un partido como el PP, que ha prometido una cosa para hacer la contraria una y otra vez, es sinónimo de frustración, impotencia y amargura. Treinta años después de implantada la autonomía duele comparar lo que ha conseguido el catalanismo de la mano del PSM y lo que han conseguido los mallorquinistas y los contrarios a la imposición catalanista al socaire del PP. No ha sido una cuestión tanto de mayorías ni de dineros sino de organización e inteligencia. Lo que ha sobrado a los primeros les ha faltado a los segundos. Lo único que han logrado estos últimos es trocar su legítimo sentimiento en resentimiento contra todo el mundo .
El PP sólo se regenerará por dentro y apoyará ciertas medidas lingüísticas si se ve forzado externamente a ello. La solución no pasa por tanto por su mayoría absoluta –¿acaso Matas no la dilapidó?- sino por que no le quede más remedio que llegar a pactos programáticos con UPyD en el Parlament a partir de 2011. El voto útil para quienes están hartos de catalanismo y apuestan por recuperar las libertades lingüísticas en la enseñanza y en las distintas administraciones no es el PP de Bauzà. Nunca lo ha sido, por mucho “botafumeiro” e incienso que ahora les dediquen sus corifeos mediáticos. El voto útil es UPyD, la única formación a día de hoy con posibilidades reales de hacer olvidar al PP sus hipotecas y complejos de siempre para que dé el paso definitivo que tantos ciudadanos están esperando.
(Libertad Balear)
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