martes, 19 de octubre de 2010

Indiscutido, indiscutible

Si debate hubo, el presidente Zapatero lo zanjó el domingo. Será el próximo candidato electoral socialista. Es perfectamente normal. Para empezar no hay otro ni tiempo para formarlo. Por si esta fuera poca razón hay una segunda: tiene bastantes posibilidades de ganar. Una victoria mediocre, con alta abstención y escaso entusiasmo; que deba apuntalarse en el Congreso con pactos en direcciones múltiples; cierto: pero no distinto de lo que ha sido la base y la altura de sus años de gobierno. Los ciclos políticos se cierran despacio; salvo cuando los interrumpe un azar brutal como el del 11 de marzo de 2004. Yo comprendo muy bien que el opositor Rajoy se haya sentado tranquilamente a ver pasar el cadáver de su enemigo. Es una estrategia que puede ser eficaz. Lástima que necesite un cadáver. Y puede que al presidente Zapatero no le venga en gana morirse y siga sobreviviendo como una mustia e inodora flor de invernadero. Además, el opositor Rajoy tiene un problema que no tiene el presidente.
El presidente es, ahora, el candidato indiscutible de su partido. La medida de su indiscutibilidad la dan, por ejemplo, los últimos movimientos de Carmen Chacón. La ministra de Defensa aspira a ser cabeza de lista en el teórico 2016; por eso, y por el momento, sólo plantea debates de los llamados intelectuales: «¿Puede ser una mujer presidenta del Gobierno de España?» Una pregunta tan profunda que sólo tiene una respuesta, y voy a darla yo: «Claro, una mujer y uno de Huelva.» Me extrañó, por cierto, que Esperanza Aguirre no desafiara en esos términos el reto intelectual de la ministra y se lo tomara seriamente. ¡A ver si va a resultar ahora antes mujer que presidenta!
Rajoy, por el contrario, no es el candidato indiscutible del Partido Popular. Sólo es el candidato indiscutido. Esta circunstancia le puede otorgar una gran comodidad interna; pero tiene un serio riesgo social. Si se sometiera el conjunto de los españoles a una suerte de elecciones primarias virtuales, estadísticas, preguntándoles quién les parece mejor candidato popular, si Rajoy o Alberto Ruiz Gallardón, yo creo, firmemente, que eligirían el segundo. Ruiz Gallardón es un tipo al que votarían hasta los catalanes, ¡que no votan ni a Dios! Uno de los peligros que corre la anunciada victoria de Rajoy es precisamente este: que los ciudadanos perciban que el candidato idóneo ha sido desplazado por la lógica del reparto de poder en el interior de los partidos.
El presidente Zapatero, insisto, no tiene ese problema. Él es el mejor. Otra cosa es lo que eso signifique para el Partido Socialista.

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