LA LONJA
MARTA ZOREDA
MARTA ZOREDA
PALABREJAComo el asunto se ha puesto de moda y les imagino perdidos, he decidido hacerles un favor y explicarles el regionalismo, esa palabreja que de pronto se ha colado con fuerza en el lenguaje político de ciertos elementos del PP local y con la que me temo que vamos a tener que convivir durante algún tiempo. No, no me lo agradezcan, los espíritus filantrópicos somos así, encontramos un placer morboso en el servicio al prójimo. ¿Y qué es el regionalismo? Pues verán, el regionalismo, como todas las cosas que no se saben, ni se pueden, ni se quieren explicar no tiene explicación lógica ninguna. Como afirman sus propios seguidores, es un sentimiento, una cosa que se siente ya está; eso es todo. Sientes la región o no la sientes, como el frío, que unos son frioleros y otros no, y no le expliques a un noruego que no se debe viajar con sandalias a la región de Mallorca en pleno mes de diciembre porque es inútil, él tiene otro sentimiento de región diferente a la nuestra. ¿Y qué región sientes, la balear, la insular, la comarcal o la de Sa Pobla? Bueno, eso nadie lo sabe muy bien, pero mejor la de Sa Pobla, el regionalismo tiende a lo minúsculo: yo, yo, mi señora y los míos. Es como el sentimiento nacionalista, pero descafeinado, pequeño y pueblerino y todo ello trufado de resentimiento y mal humor.
Mientras la vida les sonríe y el poder les ampara los regionalistas esconden sus sentimientos y parecen felices, pero un día les sobreviene la desgracia, les niegan los cargos, se enrabietan, salen del armario y se suben a la caravana del orgullo regionalista. Por encima de cualquier otra consideración, los regionalistas son gente cabreada, esa es su principal seña de identidad, un cabreo monumental que exhiben sin pudor en precipitadas ruedas de prensa: mirad, mirad, qué cabreado que estoy. Y ahí se acaba todo porque no tienen nada más que decir; los sentimientos no se explican. Se parecen a Belén Esteban, que siempre está cabreada por algo y necesita contarlo por la tele a todo el mundo. A lo mejor es que la princesa del pueblo también es regionalista, un regionalismo un poco cañí, si se quiere, pero regionalismo al fin y al cabo. Todo regionalismo tiene un punto folclórico.
CONTENTO O DESCONTENTO. Por volver a lo nostro, si uno se despierta sobresaltado en medio de la noche y se ve a sí mismo sumido en la angustia de la indecisión, ¿y yo, seré o no seré regionalista como Jaume Font o Belén Esteban?, lo primero es no perder la calma, lo segundo tomarse un orfidal y lo tercero analizar con calma su grado de contento o descontento con el momento político que le ha tocado vivir. Si a usted le desagrada profundamente la política de cargos puesta en marcha por el actual líder del PP balear, José Ramón Bauzá, y siente una rabia insuperable, un cabreo terrible, le felicito, tiene usted todas las papeletas para ser un regionalista. Por oposición, si la línea de trabajo iniciada por Bauzá le produce un sentimiento de júbilo incontenible, también le felicito, lleva usted camino de ser calificado de españolista. Pero si a usted le pasa lo que a cualquier hijo de vecino, y lo que a mí, y lo que a casi todo el mundo, que ni rabia ni gozo, ni optimismo ni desesperación, porque la mediocridad de ideas, acciones y proyectos de los políticos isleños sólo es capaz de provocarle desinterés y aburrimiento, lo lamento muchísimo, para la casta política balear, sus secuaces y sus escribidores es usted un don nadie, una persona de centro, un hombre sin identidad. A lo mejor ni siquiera es usted una persona, vaya usted a saber.
POLÍTICA DE ESTADO. Nacionalismo, españolismo, regionalismo…, ese es el ridículo discurso político al que nos quieren llevar para salir de la crisis. Y entre tanto, Antich en Panamá, abriendo mercados internacionales y haciendo política de Estado … Bueno, al menos en los viajes presidenciales a Latinoamérica nos ahorramos el intérprete… El que no se consuela es porque no quiere…
Vía El Mundo
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