sábado, 13 de noviembre de 2010

Entreguismo a Rabat

RAMÓN JÁUREGUI / JOSÉ SOLÍS RUIZ

VIDAS PARALELAS / pedro G. cuartango 
 
El 14 de noviembre de 1975, con Franco agonizante, el Gobierno de Arias Navarro firmaba un acuerdo que entregaba el Sáhara Occidental a Marruecos. Salvo la declaración de principios que se hizo pública, el acuerdo sigue siendo un secreto de Estado 35 años después.
El gran muñidor del pacto más bochornoso de la historia contemporánea de España fue José Solís Ruiz, ex ministro del Movimiento y más conocido como La sonrisa del Régimen. Solís viajó aquellos días de Madrid a Rabat para negociar personalmente con Hasan II la entrega del territorio a Marruecos, que amenazaba con la famosa Marcha Verde.
Como la historia se repite siempre como farsa, hemos podido asistir esta semana a la vergonzosa claudicación del Gobierno de Zapatero ante Marruecos, que, después de ocupar ilegalmente el Sáhara, ahora intenta eliminar a su población.
No, lo que está pasando en El Aaiún estos días no es «un suceso», sino la agresión sangrienta de un ejército contra civiles desarmados con el fin de realizar una limpieza étnica.
Como nunca falta quien legitime las acciones más viles en nombre de la razón de Estado, ahí queda el deshonroso papel desempeñado por Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia, que reconoció en el Congreso «la soberanía» de Rabat sobre el Sáhara.
Yo escuché sus palabras y no hay equívoco posible porque dijo que la decisión del Gobierno marroquí de prohibir la entrada de periodistas en el Sáhara «forma parte del núcleo duro de la soberanía de un país».
Luego rectificó sus palabras y apostilló que lo que en realidad había querido decir es que «Marruecos es la potencia administradora» del Sáhara, lo que estipula el acuerdo de Madrid negociado por Solís.
Un dictamen jurídico de la ONU negó en 2002 que Marruecos fuera la potencia administradora del Sáhara, ya que su presencia militar en este territorio carece de justificación legal alguna. En 2003, el plan Baker ratificaba esa posición y reconocía el derecho de los saharauis a la autodeterminación.
Lo que Jáuregui intentó hacer es confundir a la opinión pública, convalidando como algo legal lo que no es más que una ocupación por la fuerza. Esa fue la doctrina establecida por Moratinos, al que yo también escuché en 2004 en la sede de este periódico decir que la política española respecto a nuestro vecino del sur debería ser apoyar lo que decidiera Francia, aliado incondicional de la monarquía alauí.
Jáuregui no cometió ningún lapsus. Verbalizó la realpolitik de un Gobierno que ha renunciado a los principios para «poner por delante los intereses», como ayer reconoció expresamente Zapatero tras apelar a la razón de Estado, último refugio de la infamia.
Me gustaría que alguien me explicara por qué en el acuerdo de Madrid se cedió la explotación de los fosfatos de Fos Bucraa a Hasan II. Que se desclasifiquen esos papeles.

El Mundo

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