LOS ANALISTAS políticos más sagaces creían que Duran Lleida le podía ganar una moción de censura a José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente dadivoso también se lo temía. Salvo ERC y PSOE, Duran Lleida tiene capacidad para aglutinar a todos los partidos y sumar 178 escaños. Zapatero se ha anticipado al órdago que se le venía encima, tras las elecciones catalanas, comprando los escaños del PNV y de Coalición Canaria. Le han costado un ojo de la cara. Ha pagado por cada uno de ellos más que Florentino Pérez por Cristiano Ronaldo. Bueno, él ha comprado y el dispendio lo hemos abonado entre todos porque el dinero utilizado por Zapatero proviene de los impuestos con los que su Gobierno sangra a los ciudadanos españoles.
Duran Lleida está hoy en la cumbre de la política española. Comunica con facilidad pues a la gente le gusta su buen sentido, su ecuanimidad, su moderación, su prudencia, el espíritu de conciliación del que siempre hace gala. Ni estridencias ni aspavientos. Duran Lleida es un europeo que entiende el alcance de la gran política y la pone al servicio del bien común.
«Cataluña no puede ser independiente porque Europa no lo aceptaría», ha declarado con más valor que El Juli. Porque los europeos no lo aceptarían y porque ya no hay naciones independientes en la Europa unida. Ni Alemania ni Inglaterra ni Francia ni Italia ni España, por citar a los cinco grandes, son hoy países independientes. Han aceptado una fórmula de supranacionalidad, han abdicado de sus fronteras, han renunciado a sus monedas nacionales, salvo Londres, y han endosado las decisiones claves de la política económica y militar a Bruselas. La Unión Europea, además, es sólo un paso adelante. Caminamos abiertamente hacia los Estados Unidos de Europa. Y que no vengan los sabios de turno a afirmar que eso es utópico. Me llegan a decir a mí hace veinte años que entraría en una librería de Berlín y compraría las obras de Heidegcer pagando con la misma moneda que los alemanes y me hubiera echado a reír. Un portugués sale hoy en su automóvil de Lisboa y llega a Copenhague sin necesidad de enseñar el carnet de identidad. Los Carod Rovira y otros políticos coronados de espinas viven en el siglo XIX. Cataluña no va a ser independiente, entre otras razones, porque España ya no es independiente. Las nuevas generaciones europeas viven en otra dimensión.
Duran Lleida lo ha entendido muy bien y, por su sentido de la realidad y su moderación, es hoy el denominador común de la gran política española. A mí me hubiera gustado verle, aunque sólo fuera por unos meses, de presidente del Gobierno. Los despropósitos y las ocurrencias habrían quedado arrumbados en el zaquizamí de Moncloa y España se mostraría ante el mundo con la imagen de la seriedad y el rigor que ha perdido en los últimos años.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.
El Mundo
Duran Lleida está hoy en la cumbre de la política española. Comunica con facilidad pues a la gente le gusta su buen sentido, su ecuanimidad, su moderación, su prudencia, el espíritu de conciliación del que siempre hace gala. Ni estridencias ni aspavientos. Duran Lleida es un europeo que entiende el alcance de la gran política y la pone al servicio del bien común.
«Cataluña no puede ser independiente porque Europa no lo aceptaría», ha declarado con más valor que El Juli. Porque los europeos no lo aceptarían y porque ya no hay naciones independientes en la Europa unida. Ni Alemania ni Inglaterra ni Francia ni Italia ni España, por citar a los cinco grandes, son hoy países independientes. Han aceptado una fórmula de supranacionalidad, han abdicado de sus fronteras, han renunciado a sus monedas nacionales, salvo Londres, y han endosado las decisiones claves de la política económica y militar a Bruselas. La Unión Europea, además, es sólo un paso adelante. Caminamos abiertamente hacia los Estados Unidos de Europa. Y que no vengan los sabios de turno a afirmar que eso es utópico. Me llegan a decir a mí hace veinte años que entraría en una librería de Berlín y compraría las obras de Heidegcer pagando con la misma moneda que los alemanes y me hubiera echado a reír. Un portugués sale hoy en su automóvil de Lisboa y llega a Copenhague sin necesidad de enseñar el carnet de identidad. Los Carod Rovira y otros políticos coronados de espinas viven en el siglo XIX. Cataluña no va a ser independiente, entre otras razones, porque España ya no es independiente. Las nuevas generaciones europeas viven en otra dimensión.
Duran Lleida lo ha entendido muy bien y, por su sentido de la realidad y su moderación, es hoy el denominador común de la gran política española. A mí me hubiera gustado verle, aunque sólo fuera por unos meses, de presidente del Gobierno. Los despropósitos y las ocurrencias habrían quedado arrumbados en el zaquizamí de Moncloa y España se mostraría ante el mundo con la imagen de la seriedad y el rigor que ha perdido en los últimos años.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.
El Mundo
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