«Bou embolat», «bous al carrer» o «bous capllaçats» seguirán existiendo en Cataluña
En nombre del amor a los animales, camuflaje bajo el que se ha aglutinado nacionalistas e independentistas antiespañoles, se prohibieron ayer las corridas de toros en Cataluña. En memoria de las tradiciones ancestrales se salvaron de esta nueva inquisición los miles de festejos que se celebran cada año en cientos de pueblos catalanes con el toro como argumento central. Los habitantes de Miami Platja, muy cerca del pueblo donde reside Josep Carod Rovira, seguirán teniendo vaquillas por San Jaime.
Los vecinos de Santpedor, localidad de la que es hijo predilecto Josep Guardiola y cuya alcaldesa, Laura Vilagra de ERC, fue en 2004 promotora de la «declaración antitaurina de Barcelona», continuarán abarrotando con más 2.000 participantes la Plaça dels Sindicats para enfrentarse a las «vaquetes» que defienden un jamón.
«Bous al carrer» (encierros), «bous embolats» (con sendas antorchas enganchadas a su cormaneta que pasean durante horas acosados por las peñas), «bous capllaçats» (atados con una soga y paseados de arriba abajo por el pueblo), concursos de recortes, vaquillas por la calle... En definitiva, el toro como epicentro de las fiestas de buena parte de los municipios catalanes. Desde la urbana Badalona, a la pequeña Mas de Barberans (600 habitantes), que anunció sus fiestas de abril con un cartel totalmente taurino: tarde de vaquilla para el miércoles, toro embolado, la noche del jueves, concurso de recortes, el viernes y de fin de fiesta la actuación del matador Alejandro Rodríguez. El año que viene todo se repetirá, menos lo que más se parece al arte, el cara a cara del torero con la bestia. La Fiesta Nacional hace sufrir al animal según los políticos catalanes; las fiestas populares, con fuego, petardos, lazos y cientos de personas, no. Esa es la incongruencia y la trampa. Lo que el Parlament prohíbe es lo que le huele a España, no lo que daña a los toros.
Diario ABC
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