jueves, 29 de julio de 2010

El PP de Baleares, verlo y no creerlo

Aleix Vidal Quadras

La afirmación de que el Partido Popular tiene un problema con su organización en Baleares es una descripción suave de una realidad que está adquiriendo ya tintes de esperpento.

Después del milagro de los panes y los peces protagonizado por su anterior presidente, hoy en libertad bajo fianza y a la espera de juicio, sin olvidar su brillante fichaje de una notoria pancatalanista para las listas de las últimas autonómicas, acierto sublime que le costó las elecciones a su formación, ahora el supuestamente brazo político del centro-derecha del archipiélago sorprende a la afición votando a favor o absteniéndose en la propuesta de la plataforma independentista Avançam que solicita la celebración de referendos de autodeterminación, iniciativa que, a imitación de la ya puesta en marcha en Cataluña, se ha presentado en diversos municipios de Mallorca.

El asunto sólo admite tres interpretaciones: 1) el PP de Baleares está infiltrado por sus adversarios que han sembrado de eficaces agentes sus filas 2) un número significativo de ediles populares en Mallorca no se han enterado todavía de en qué partido militan y 3) el número de débiles mentales entre los concejales del PP balear es claramente superior a la media nacional. Y lo de la debilidad mental no es a humo de pajas porque algunos de estos estadistas llegaron a la conclusión de que la moción podía ser apoyada si se añadía una coletilla del tipo “dentro del respeto a la Constitución y a la legalidad vigente”. En fin, algo así como predicar el amor libre sin perjuicio de la necesaria estabilidad de la familia.

Además, para mayor escándalo, la dirección regional había cursado una instrucción muy clara indicando que el voto debía ser negativo. O sea, que en el PP de Baleares no sólo no saben ni lo que son ni lo que representan, sino que se pasan la autoridad de sus máximos responsables por la entrepierna. A partir de aquí, parece conveniente proceder a dos acciones inmediatas, la primera imponer severas medidas disciplinarias a los protagonistas de la hazaña y la segunda organizar un curso intensivo de alfabetización ideológica para los cargos electos del PP balear con el fin de que se enteren de los rudimentos doctrinales de la opción en la que militan.

Si no se hace nada y se pasa página sobre este bochornoso episodio, el riesgo de una nueva derrota dentro de diez meses será considerable. En términos de honradez, el PP de Baleares no ha aportado en el pasado valor añadido frente al Pacte y si su defensa de la unidad de España flaquea hasta extremos vergonzosos, parte del núcleo duro de su electorado puede repetir su preferencia por la papeleta nula o por quedarse en casa, tal como sucedió en 2007. Cuando el margen es tan estrecho como el que caracteriza a la política balear, cualquier fallo puede ser letal, y no digamos si el error consiste en pisotear aquellos principios y valores que su base social más fiel y motivada considera sagrados. La verdad es que hay ocasiones en que explicar lo evidente produce una fatiga casi insoportable.

Prohibido pisar las flores

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