martes, 6 de julio de 2010

Los novios de la muerte

SALVADOR SOSTRES

Zapatero embustero Parece mentira la obsesión que tiene la izquierda con que nos muramos: dos de las leyes que más obsesivamente ha perseguido Zapatero desde que llegó a presidente han sido la de la eutanasia y la del aborto. Ya no es que los socialistas deseen inmiscuirse en la vida de los otros, sino que van directamente a su muerte. Nada ajeno, de todos modos, a su trayectoria. Ayer entró en vigor la ley que consagra el aborto como un derecho y que, de hecho, lo facilita como un método anticonceptivo. Hasta el primer trimestre se podrá abortar sin tener que justificarlo y las menores de edad podrán hacerlo sin la autorización ni el conocimiento de sus padres. Cuando se pone la muerte en el centro de la vida pública, la muerte barata, la muerte asequible como una lata de cerveza, el propósito fundamental de la humanidad se oscurece.

Más acá del fondo moral del aborto está la ley que lo promociona, una ley técnicamente muy mal resuelta. Muchas clínicas abortistas han alertado de la indefensión en la que se pueden encontrar si permiten abortar a una menor de edad sin el consentimiento paterno. La ley establece que queda en manos del médico discurrir si la niña tiene o no tiene posibilidades reales de hablar de su aborto con sus padres, pero es que además resulta que, a pesar de la nueva ley, el derecho general de los padres a ser informados de cuanto acontezca a sus hijos e hijas menores continúa plenamente vigente y, por tanto, el lío está más que garantizado. Aunque es poco probable que ningún médico acabe condenado por ello, podría ser que, mientras durara la investigación, la clínica fuera cautelarmente cerrada.

La ley es imprecisa también a la hora de establecer a partir de qué momento empieza el primer trimestre a contar, si desde la concepción o cuando el embrión echa a andar, de modo que cada juez puede interpretarlo a su modo. Ello sería comprensible en una ley antigua superada por el paso del tiempo o por el avance de las nuevas tecnologías, pero no en una ley que se acaba de redactar y que aborda un asunto tan delicado como éste. El caos no es nunca recomendable, pero mucho menos para gestionar tragedias. Cuando la incompetencia y el oportunismo político se unen, y ése suele ser el cóctel preferido de Zapatero, las consecuencias son inevitablemente terribles.

Que Zapatero haya caído en cada trampa del feminismo más siniestro para parecer simpático y moderno es una muestra más de su pensamiento débil, de su escasez de ideas. Es una barbaridad consagrar el aborto como un derecho, como una «conquista social» -como dicen ellos- o como un triunfo de la mujer en su camino para realizarse. Es de sociedad nihilista y extraviada banalizar la vida y la muerte, renunciar al concepto de lo sagrado. Esta autodestrucción que lleva a creer que el aborto y no la vida es un derecho. O la eutanasia. Esta obsesión que la izquierda tiene siempre por eliminarnos.

Vía epesimo

Caamaño, Aido....piensan tormar represalias para todo aquel que se oponga a practicar el aborto,

y además llama macarras a quienes no están conformes.

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