Salvador Sostres
El debate no está tanto en la fricción Cataluña-España como en las filias animalistas, en la defensa de los supuestos derechos de los animales y en considerar el toreo un asesinato. Es este público joven, urbano, que cree que efectivamente los animales tienen derechos. Ese ese público relativista, que se apunta a las causas más estériles y absurdas y que ninguna atención presta a lo que es verdaderamente importante.
El nivel del debate en Cataluña está por los suelos. La devastación moral es total. Los simpatizantes de Iniciativa per Catalunya o de Izquierda Unida (tanto monta, monta tanto) que se declaran antitaurinos y que acuden cada tarde a las puertas de la plaza Monumental a llamarles torturadores y asesinos a los que van a los toros, son los mismos que luego participan en manifestaciones en favor de Castro o de Hamas. Los derechos de los animales, sí. Pero a los cubanos que les den y viva el terrorismo.
A pesar de que no es la tendencia mayoritaria, también está el sector independentista que quiere abolir los toros por considerarlos españoles o españolistas. De un lado, reclaman libertad para Cataluña; del otro, limitan la libertad en Cataluña. No es casualidad que tengamos unos gobernantes tan necios e iletrados, y en el fondo, mucho peor que ser Montilla, es ser uno que ha votado a Montilla o que con su voto le ha encumbrado hasta su actual silla.
Es bastante probable que mañana se prohiban las corridas en Cataluña. Se prohibirán por pretender defender los derechos de los animales, cuando en realidad tal cosa no existe. Se prohibirán en nombre de unos toros que tampoco existirían si no fuera por la lidia. Y puestos a hacer comparaciones, aunque sean un poco ridículas, ni al toro menos afortunado le causa la muerte en la plaza el espanto que vacas y bueyes sufren en el matadero. Algunos se mueren de infarto al ver lo que les pasa a sus "compañeros".
Y, por supuesto, aunque en segundo lugar, se prohibirán los toros por ser un símbolo español, cuando son un mito griego, que entró en la península a través de Empúries. Siempre Barcelona ha sido una de las primeras plazas taurinas, y aquí Manolete y José Tomás han sido más comprendidos que en cualquier otra parte.
O sea, que se prohibirán por nada, y haremos el ridículo. El drama de esta gente, y créanme: de toda Cataluña, no es que sean animalistas, vegetarianos o independentistas. Es que son cortos, ignorantes, muy estúpidos.
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