Un ingenioso error de Pla
Pío Moa
Refiriéndose a la conducta de los dos bandos en la guerra civil, decía Josep Pla algo así como que si un queso se corta por la mitad, no puede salir una parte camembert y la otra gruyère. La frase es ingeniosa y sugiere que el comportamiento de los nacionales y los frentepopulistas solo pudo ser igual porque, al ser españoles unos y otros, compartían un mismo fondo cultural y anímico. Sin embargo, salvo en el aspecto más elemental del derramamiento de sangre, propio de las guerras, casi todo lo demás difirió. En uno de los bandos, no hace falta decir cuál, el abastecimiento funcionó bien, en el otro hubo desabastecimiento desde muy pronto, y poco después hambre extendida, en 1938, la más asoladora del siglo XX en España, más que la de los años 40. En un bando, la producción agraria e industrial se mantuvo o aumentó; en el otro se produjo casi un colapso. En uno, la asistencia extranjera costó mucho menos que en el otro y se pagó en buenas condiciones; sus contrarios sacrificaron todas las reservas financieras del país más otras derivadas del expolio del tesoro artístico e histórico español, en condiciones de corrupción y opacidad. En uno se gritaba "viva España", en el opuesto "Viva Rusia", o la revolución, o Euskadi o Catalunya...; uno defendía la tradición cristiana, el otro la arrasaba... Y así otras muchas diferencias "de queso".
Desde la perspectiva izquierdista cabría decir, y se ha repetido mil veces, que el Frente Popular defendía la democracia y al pueblo trabajador contra los nacionales, defensores de los explotadores. Puede ser. Pero, casualmente, el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 hizo caer en picado los ingresos de los trabajadores, impuso el estado de alarma con supresión de libertades públicas y censura de prensa, chocaron unos y otros sindicatos y subió en vertical el desorden productivo y el desempleo. Difícilmente pueden atribuirse tales regalos a una defensa la democracia o de los obreros. Las izquierdas suelen culpar de todo ello al sabotaje de las derechas, que se fugaban con sus capitales para arruinar al régimen "popular". Puede ser, de nuevo. Pero durante la guerra las izquierdas liquidaron, donde se impusieron, a aquellas perniciosas derechas, y pudieron organizar la economía y la sociedad a su gusto en su parte del país, al principio la más extensa, con casi todas las industrias civiles y bélicas, los productos agrarios de exportación, las minas más valiosas y grandes extensiones cerealistas por Aragón, Castilla la Nueva y otras provincias. Y he aquí que, con tales ventajas de partida, todo empeoró. El gobierno de Negrín intentó a toda costa prolongar la Guerra Civil para enlazar con la mucho más devastadora Guerra Mundial: ¿lo hacía en defensa de la democracia y del "pueblo trabajador"?; ¿fue esa defensa la razón de las dos guerras civiles, breves pero sangrientas, entre las propias izquierdas?; ¿o la razón de que la policía política de Stalin pudiese obrar con independencia de los propios organismos españoles?; ¿o del saqueo generalizado por el gobierno, desde los museos a las casas de empeños, para llevarse el botín al extranjero, mientras abandonaba a su suerte a miles de personas comprometidas en el terror contra las derechas?
Importa recordar que el pueblo trabajador mostró poca inclinación a esforzarse en pro de lo que le presentaban como "su justa causa", pese a todas las campañas de propaganda: las memorias de Azaña, el relato de Zugazagoitia y otros, exponen la tendencia de los obreros a trabajar lo menos posible, datos corroborados por las estadísticas de producción desde Vizcaya o Asturias a Barcelona y Almería. Por no seguir con las comparaciones, todos los actos que suelen calificarse de heroicos correspondieron al bando nacional: cuartel de Simancas, Santa María de la Cabeza, Alcázar de Toledo, Oviedo, Teruel, Huesca, Belchite y otros. No hay un solo ejemplo similar entre las izquierdas y los separatistas, aunque sí muchos de combate enconado y eficaz. Pero aun en estos casos debe recordarse que el Código de Justicia Militar frentepopulista fue endurecido hasta extremos de terror, mucho más que el nacional. Subrayo que estos datos y muchos otros similares están perfectamente documentados. Pla, finalmente, se equivocó, y no poco.
Importa mucho recordar los hechos ahora que quienes se sienten (¡y con razón!) herederos del Frente Popular, falsifican sistemáticamente el pasado bajo el nombre sarcástico de "memoria histórica", mientras otros, "miran al futuro". Mirando al pasado se aprende y se extraen lecciones valiosas. Mirando al futuro no solo no se aprende nada, sino que tienden a repetirse viejos errores. Pero ello define la descomposición de la política española, convertida, como tantas cosas, en auténtica basura.
Via ABC
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