lunes, 19 de julio de 2010

Rajoy soslaya el Estatut en Sitges

DANIEL G. SASTRE / Sitges

Se ciñe a la crisis, pero dice que Zapatero «juega con el Estado como con un mecano»

Zapatero embusteroComo si la cosa no fuera con él, como si no fuera consciente de la enorme expectación que había suscitado su primera visita a Cataluña tras la sentencia del Tribunal Constitucional, Mariano Rajoy dedicó más del 90% de su discurso a hablar de la crisis. Cuando ya acababa, expuso su visión del recorte del Estatuto en apenas cinco minutos. Fue cuando dijo que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, «juega con el Estado como si fuera un mecano».

Rajoy fue fiel a su convencimiento de que la crisis económica preocupa mucho más a los ciudadanos que la estructuración de España, pero sorprendió que tras una semana tan convulsa en Cataluña no quisiera extenderse más sobre un asunto del que su partido hizo caballo de batalla durante la pasada legislatura. Apenas unas frases sirvieron para constatar que el presidente del Partido Popular cree que Zapatero «crea problemas» donde no los hay y que, para evitar que «haga más daño», se impone un cambio de Gobierno.

Aun así, le dio tiempo a decir que la del Estatuto ha sido «la historia de un engaño» y que Zapatero está a punto de escribir un nuevo episodio. «Mintió primero a los catalanes al prometer que apoyaría cualquier cosa que saliera del Parlament sabiendo que no lo podía prometer. Luego a su partido en Cataluña, luego a CiU, y luego a todos diciendo que la reforma era plenamente constitucional», insistió durante la clausura de la escuela del verano del PP, en Sitges (Barcelona).

Ahora, según Rajoy, el problema es que está en marcha el «nuevo engaño», que consiste en que el presidente del Gobierno «dice que va a interpretar la sentencia; ¡él!». Por ello, dijo que Zapatero «juega con el Estado como si fuera un mecano» y lo calificó de «aprendiz de brujo».

En contraposición a la petición del PSC de cambiar la Carta Magna, el presidente del PP reivindicó «la plena vigencia de la Constitución», que ha propiciado «el periodo de mayor bienestar y mayor descentralización de la Historia». También dijo que su partido quiere «convocar a todos los españoles a un proyecto común que rechace la división, que sume, que respete los sentimientos de todos y que demuestre la fuerza de la unidad». También garantizó que el PP «no va a entrar en la carrera de engañar a la gente y hacer demagogia».

Antes, Rajoy había desgranado durante media hora sus propuestas económicas para España. El líder del PP dijo que «el gran objetivo nacional» es la creación de puestos de trabajo, y que «todo lo demás palidece ante esta realidad». Apoyado en las últimas estadísticas de empleo -recordó que el PP llegó al Gobierno con un 23% de paro, lo dejó en 2004 con un 10% y ahora la tasa vuelve a estar por encima del 20%-, aseguró que para volver a la buena senda «no queda más remedio que cambiar al Gobierno responsable de las situaciones que se viven ahora en España».

Rajoy no se refirió explícitamente a la posibilidad de un adelanto electoral, pero sí lo hizo la vicesecretaria de Organización del PP, Ana Mato. «Cuando un presidente no cumple el programa, nos mete en una crisis institucional y económica, pide sacrificios pero él no se sacrifica y pierde la confianza de los ciudadanos, no puede seguir al frente de un país y tiene que convocar elecciones», dijo.

Por su parte, la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, centró su discurso en las autonómicas de otoño. Se dedicó principalmente a cargar contra CiU, rival de los populares entre el electorado de centroderecha, y acusó a la federación de Artur Mas de «plantear la independencia a plazos». Por ese motivo, descartó colaborar con él y planteó la próxima legislatura como una dicotomía entre «una Cataluña nacionalista» y otra «capaz de recuperar la cordialidad con España». Ella defendió la compatibilidad de sentirse al tiempo catalán y español.

Vía epesimo

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