Rafael del Barco Carreras
Da lo mismo uno que dos millones de manifestantes, los demás tres o cuatro millones de catalanes que Estatut, y menos Independencia, nos suena a monsergas de interesados políticos, pagaremos también el gran despliegue. Porque ésa es otra de las formas de entender la Política, el erario público paga lo mismo el tinglado propagandístico por la Diagonal, que lo que crea Montilla para su mayor gloria y honra, aunque como al Alcalde Hereu con la Diagonal, el tiro les salga por la culata.
La manifestación, tal como pensé, desbordó toda predicción. Acudió TODA LA ÇEBA. La fuerza de la Tele, que jamás se aplicaría a convocar a la mayoría oponente, porque además presumo no acudiríamos. Pero la manifestación por el ESTATUT se convirtió en concentración por la INDEPENDENCIA.
Un baldón al éxito de CIU y PSE; los gritos y actitudes, y que las “masas ni de obispos”, aconsejaron a la cabecera de la manifestación a dar por terminado, disolver, el festival “independentista”. La concentración podía volverse contra sus organizadores; un partido socialista PSE, marxista hace treinta años, e internacionalista y siempre antiindependentista, que por aprovechar el catalanismo de izquierdas, y sumar votos, pretende encabezar ese sentimiento, el nacionalismo catalán.
Me paseé e intenté cruzar el Paseo de Gracia, un duro atrevimiento. Vía Layetana, Pau Clarís y Balmes ocupadas en toda su extensión por autobuses. Jamás había visto nada semejante. Parecido, llenando avenidas, acudí al Congreso Eucarístico por los 50, los colegios nos llevaron de la mano, tal como los de ahora… después ya por la tele la bienvenida a Tarradellas… y de menos de un millón ha habido otras, entre ellas salvar de la cárcel a Pujol por la estafa Banca Catalana.
¿Y demá qué? Preguntaron los periodistas, o propagandistas a sueldo, a los políticos. Yo contestaría que mañana nada, que lo de la Nación se queda como estaba, lo mismo el catalán que las veguerías, y si la crisis ha mermado los ingresos por impuestos, resulta que el despliegue por conseguir este Estatut (que en teoría solucionaría las finanzas de la Generalitat) y los cuatro años de dar la matraca con él, no ha servido para nada. Dinero y tiempo perdido. Los europeos por el momento no tendrán que dividir la inmensa e impagable deuda exterior española en la que tanto han contribuido los político-financieros catalanes. El “mañana qué” se podría responder en cómo pagamos el marasmo financiero en que estamos metidos.
Añadiría, y así lo manifestaron a voces, que el doble juego de Montilla-Zapatero ha tenido un éxito rotundo, y el Independentismo de CIU, con Pujol de gurú soltando sus ambiguas frases, se ha manifestado. Y si antes se mostraba catalanista y no independentista era por una cuestión de “negocios”. Madrid siempre paga ante el temor independentista, y si encima durante años es la “clave de la gobernabilidad del Estado” con sus votos en el Congreso de los Diputados, los millones llovían engordando fortunas y la GRAN CORRUPCIÓN.
Mi madre me contaba en catalán (en casa se hablaba un perfecto catalán-barçeluní que en cuanto acento para si lo quisiera Montilla) que a sus quince años, huérfana y venida de Zaragoza “a servir”, tuvo que espabilarse para aprenderlo pues de lo contrario, decía, no le vendían en las tiendas del exclusivo barrio donde trabajaba. Y añadía que eso no estaba bien, porque todos sabían el castellano. Mi padre nacido en Andalucía, pero en Barcelona los 86 años de su vida, hablaba un perfecto catalán y jamás habló ni comentó de Política, quejándose que dos guerras en su vida eran más que suficientes. Cumplió cuatro años en la del 21 en Marruecos (una guerra de la que se libraban pagando 2.000 pesetas) y tres en la Guerra Civil del 36. Y a sus 80 visitaría a su hijo en La Modelo por culpa de la corrupta Política barcelonesa.
Pero ni siquiera sobre el idioma existen problemas “en la calle” como por los años 20 del pasado siglo, donde los charnegos llenando fábricas lo tenían crudo, tanto que en el estallido revolucionario del 36 el separatismo poco o nada sumó, las banderas del anarcosindicalismo de la FAI y CNT y las de la República Española coparon las entonces tan multitudinarias manifestaciones llenando todo el Paseo de Gracia. En cuanto a los “del Barco”, en los 90, uno perdió unas oposiciones por el catalán. Si Franco lo hizo fatal, “estos” seguían su camino, a la inversa. Y ¡cuidado! por mucho musulmán y gente de color que muestren balbuceando catalán, el clasismo, exclusivismo catalanista, y hasta el racismo, se hallan a flor de piel, como en cualquier “nacionalismo”.
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