Pero ha sido el propio presidente el que se ha segado la hierba bajo los pies con sus graves errores. Unas veces al no ponerse en su sitio en política exterior -Venezuela es un ejemplo evidente- y sobre todo al haber mantenido una política económica insostenible y de espaldas a la comunidad internacional.
Hoy publicamos que un informe oficial del Departamento de Estado de EEUU confirma lo que venía siendo un sobrentendido, negado, eso sí, expresamente por el Gobierno: que las reformas de Zapatero están siendo tuteladas directamente por la Administración Obama.
El documento en cuestión, elaborado por el gabinete que dirige Hillary Clinton, asegura que el bandazo del presidente del Gobierno que le llevó a «introducir medidas de austeridad» fue consecuencia directa de «la presión» ejercida «desde la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y Estados Unidos». Entre esas medidas cita concretamente la reducción del sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones y el recorte en obra pública.
El informe confirma que Rajoy tenía razón cuando, el pasado mes de junio, acusó a Zapatero en sede parlamentaria de haber convertido a España en «un protectorado», puesto que las recetas que estaba aplicando contra la crisis le venían impuestas desde fuera, extremo que el presidente del Gobierno desmintió. «No mienta usted en esta Cámara, a usted le han impuesto unas obligaciones y ha tenido que cambiar de criterio, explíquelo aquí... Es la primera vez en la historia de este país que nos han puesto obligaciones», le dijo.
Es muy reveladora, a este respecto, la reiteración de entrevistas entre altos funcionarios de EEUU y responsables de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno y del Ministerio de Economía, que se traduce en visitas periódicas a nuestro país. En pocos meses, el subsecretario de Estado, el responsable de Asuntos Financieros Internacionales en el Departamento del Tesoro y el propio secretario del Tesoro estadounidense han tenido reuniones con funcionarios españoles para vigilar la aplicación de las medidas. Seguramente la imagen de Zapatero no había estado nunca tan baja desde que llegó a La Moncloa como ahora: silbado en la calle, vigilado por los organismos internacionales, burlado por países supuestamente amigos y cuestionado en sus propias filas por las horrorosas perspectivas electorales.
Desde el Ministerio de Defensa se adujo ayer que los abucheos durante el desfile del 12 de Octubre fueron el resultado de una operación realizada por «pequeños grupos organizados» pero, aunque tal cosa fuera cierta, lo preocupante para el Gobierno es que, hoy, lo raro sería encontrar en España a ciudadanos que no tengan nada que reprochar al presidente. Hasta el alcalde Gallardón le pidió explicaciones en público por la polémica suscitada entre ambos en el asunto de la deuda de Madrid.
Mucho nos tememos que, o Zapatero toma el timón y recupera la iniciativa política, o va a tener que sufrir un largo calvario de aquí a las próximas elecciones generales.
El 'president' intenta rascar votos 'españolistas'
La farsa de Montilla, 'beso de Judas' incluido
LA PRESENCIA de un presidente autonómico en el Desfile de la Fiesta Nacional nunca debería ser noticia. Lo es, sin embargo, la asistencia ayer de Montilla -tras varios años de ausencia- por ser un ejemplo más de la impostura, el oportunismo y el fariseísmo político que caracterizan al presidente de la Generalitat de Cataluña. Y es que sólo el pánico ante la debacle que pronostican las encuestas para las elecciones de noviembre explican sus esfuerzos para sacar a relucir ahora su olvidado lado españolista. Consciente del fracaso que ha supuesto agitar la bandera radical catalanista estos últimos cuatro años, ha emprendido una estrategia a la desesperada para intentar desmarcarse del tripartito y atraer a los ciudadanos que se sienten tan catalanes como españoles, y que tan decepcionados están por la deriva nacionalista del PSC. Sonrojo produjo ayer verle dar su beso de Judas a la presidenta del Constitucional, después de su airada campaña contra el tribunal y de que, tras la sentencia del Estatut, promoviera una manifestación soberanista. Su reconversión llega demasiado tarde.Vía epesimo