Por Luis María Anson, de la Real Academia Española
En lugar de pactos, componendas, maquillajes y afeites, lo que debería hacer el Gobierno español es recuperar las competencias en Educación, transferidas insensatamente a las Comunidades Autónomas. Siempre que los comunistas han arañado poder, han exigido hacerse cargo de la Educación y de las obras públicas. Está claro por qué. A través de la Educación se forma a las nuevas generaciones. Si España quiere mantener su identidad nacional, dentro de la Constitución de 1978 aprobada por la voluntad general libremente expresada, los textos de los diversos grados de enseñanza deben ser consensuados y comunes. No se puede enseñar a los niños vascos una cosa y a los murcianos otra. Sobre todo en cuestiones de Historia se ha llegado a rizar el rizo. Hablemos con claridad. En algunas regiones españolas se está enseñando a odiar a España, a despreciar a España, a minusvalorar a España. Los grandes hechos de nuestra Historia, la victoria sobre los musulmanes, el descubrimiento de América, la obra gigante de la colonización, la realidad del idioma español, la modernización de nuestra nación, todo eso está silenciado o despreciado en los textos de Historia que adolescentes y jóvenes estudian en Cataluña, en las Vascongadas, en Galicia, incluso en otras regiones... En Francia, ningún Gobierno ni de izquierdas ni de derechas toleraría la fragmentación educacional de la nación. Los franceses están orgullosos, en líneas generales, de su país porque han aprendido una historia común sin imposiciones totalitarias como hizo Franco en España pero tampoco sin dispersión autonómica como está haciendo Zapatero ahora, robusteciendo la estela de los que le precedieron. La unidad de España tiene uno de sus fundamentos en la Educación. El Gobierno de la nación desde 1978 está haciendo dejadez de esa función cardinal que le compete. No estamos en la hora de las componendas. No resulta aceptable el pasteleo al que están entregados el PSOE y el PP, más preocupados por los intereses de partido que por el interés nacional. De lo que se trata, en esta hora de las genuflexiones y la debilidad, es de poner los dídimos sobre la mesa, exigir el retorno al regazo nacional de las competencias de Educación y negociar unos textos comunes que garanticen una educación compartida por todos los adolescentes y jóvenes españoles. España ha sido históricamente crisol de culturas: griega, romana, fenicia, cartaginesa, celta, íbera, árabe, cristiana, judía, iberoamericana. Somos el país de las culturas y debemos rendir homenaje permanente a la diversidad y a la pluralidad. No hay propiamente cultura española sino culturas fundidas con las iberoamericanas bajo el denominador común del idioma de Cervantes y Borges, de Quevedo y Neruda, de Ortega y Gasset y Octavio Paz, de Unamuno y Juan Marsé. Pero si queremos que la pluralidad cultural se mantenga en la identidad de España será necesario superar la miseria de los últimos treinta años en materia de Educación y recuperar el orgullo por una Historia común que es, además, una de las tres grandes del Occidente moderno, junto a la francesa y la británica. l Luis María ANSON
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