viernes, 12 de marzo de 2010

Bolas de nieve

José María Carrascal

SI Barcelona fuera Nueva York, y Cataluña, un estado norteamericano, sus políticos estarían temblando, y no de frío. Por fortuna para ellos, todavía están en España. Recuerdo la gran nevada de marzo de 1973, que dejó Nueva York semiparalizada e hizo decir a su alcalde, Lindsay: «Todas las bolas de nieve irán contra mí». En efecto, en las siguientes elecciones perdió el cargo. Y eso que los estropicios no se aproximaban a los dejados por la gran nevada catalana. No hubo interrupción del suministro eléctrico ni mayores emergencias ni, desde luego, ningún muerto. Pero las autoridades habían fallado en sus previsiones, y esas cosas se pagan en una democracia. ¿Se pagan también en Cataluña, en España? Por lo visto hasta ahora, no. Lo que nos llevaría a preguntar si la nuestra es una auténtica democracia. Pero a lo que íbamos: si el desplome del túnel del Metro en el Carmel trajo muchos lloros y mucho cemento para tapar el boquete y las bocas, no me extrañaría que pasase lo mismo con la gran nevada, pese a haber todavía miles de personas sin luz, calefacción, agua corriente y telefonía fija, es decir, en situación «tercermundista», según la describen. Por no hablar de los cuantiosos daños en alimentos tirados, accidentes de tráfico y horas de trabajo perdidas.
Las autoridades echan la culpa a las compañías eléctricas, al no poder echársela a los servicios meteorológicos, que anunciaron la nevada el día antes. Pero ni siquiera indicaron a los ciudadanos qué precauciones debían de tomar ni dispusieron la maquinaria necesaria para empezar a quitar la nieve en cuando empezase a caer. Supuesto, naturalmente, que dispusiesen de ella, pues con lo ocupadas que están sacando decretos para multar a quien rotule en español y cosas por el estilo, puede se hayan olvidado de ello.
La realidad es que Cataluña viene dedicando la mayor parte de su energía, dinero y planes a «fer pais», pero no país real, sino país político. Cuando se gasta el dinero en embajadas fantasmas, es lógico que no quede para máquinas quitanieves, Es como ha ido perdiendo rango, dinamismo y potencia respecto a las demás comunidades españolas, habiendo sido sobrepasada por algunas de ellas, Madrid, la última. Y no por, como alegan sus políticos, sufrir discriminación, sino por discriminarse ellos mismos, al hacer pequeña a Cataluña, en vez de grande. Por invertir las prioridades y dar más importancia a lo secundario que a lo principal, causa del retraso que España lleva respecto a los países del entorno. Miren ustedes por donde, los nacionalistas catalanes se comportan como los más anticuados nacionalistas españoles. ¡Luego hablan de hecho diferencial! Aunque ya dice el refrán que sarna con gusto no pica. Y siempre les quedará el entretenimiento de tirarse bolas de nieve.

Fuente

No hay comentarios: