En primer término los eremitas de Betlem, ayer tarde. Fotos: S. SansóEl obispo de Mallorca Jesús Murgui, oficia el emotivo y multitudinario acto popular de despedida de los tres anacoretas.
S. SANSÓ. ARTÀ. Tras meses de incertidumbre y semanas de espera anunciada, el pueblo de Artà despidió ayer a los tres ermitaños de Betlem, en un acto solemne y masivo que tuvo lugar en la iglesia de la Transfiguració, oficiado por el obispo de Mallorca, Jesús Murgui y que contó con la presencia de la alcaldesa accidental, Maria Francesca Servera.
De esta forma, Honorat, Mauro, y Pau pudieron recibir el calor de los feligreses momentos antes de marchar hasta la ermita de la Trinitat de Valldemossa, sede de la Congregació de Sant Pau i Sant Antoni, habitantes de Betlem ininterrumpidamente desde hace 205 años.
Pero la avanzada edad de los anacoretas obligó en junio al Bisbat a tomar la decisión y cerrar sus puertas. "Hoy despedimos a hombres de vida contemplativa, de una pieza e hijos de la Iglesia, que con su pureza de corazón han llegado a ver a Dios", recalcó Murgui, quien no dejó pasar la ocasión para asegurar que la Diócesis "hará todo lo posible, buscando nuevos caminos en donde haga falta", para que Betlem continúe abierto y con presencia religiosa.
Lo que comporta que deberá actuar de manera rápida, ya que de lo contrario, las tierras retornarían al benefactor directo de la familia que las cedió, el que fuera director general del Ibavi en tiempos de Matas, Segismundo Morey, quien ya expresado al Ayuntamiento su intención de recuperarlas.
Se habían entablado conversaciones con una congregación de monjas de clausura de Teruel, aunque el entente esté todavía en punto muerto. Lo único que está confirmado es que mientras se resuelva el dilema, será un donat de Felanitx quien se haga cargo del mantenimiento de Betlem.
Diario de Mallorca
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«Durante esta larga estancia entre nosotros habéis trabajado y cuidado esta tierra hasta transformarla en un verdadero Betlem. Siempre habéis estado al lado de los artanencs y vuestra presencia acogedora y serena ha hecho que fuera una fiesta subir a la ermita».
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