domingo, 5 de septiembre de 2010

Ablación: una tortura de por vida.


SILVIA TAULÉS

Suele ser un ritual festivo donde suenan los cánticos y la música. Los presentes se visten con buenos vestidos, y reina la alegría. Sólo uno de los asistentes sufrirá, pero será un sufrimiento que permanecerá para siempre. A partir de los cinco años, a veces incluso menos, las niñas nacidas en determinados países de África corren el riesgo de ser sometidas a una ablación de clítoris, algo doloroso y peligroso. Tanto, que hace poco más de una semana Nermeen Hadad, una niña de 13 años, moría en Egipto después de haber sido sometida a una mutilación genital.

De nada han servido las leyes que prohíben dicha práctica. Hace dos años, fallecía en Egipto otra niña de 12 años y el Gobierno decidía vetar la ablación.

Pero Nermeen no pudo escaparse de su propia fiesta y a los pocos días moría en su pueblo natal en el Delta del Nilo. Su familia, consciente de la ilegalidad de la situación, la enterraba en secreto, sin permiso legal alguno. No obstante, el Gobierno egipcio creó en su momento, junto con la ley, una línea de teléfono en la que cualquier persona podía denunciar un caso. Y alguien denunció el de Nermeen.

El Ministerio de Familia y Protección informó entonces a la Fiscalía General del país, que ha ordenado la detención del supuesto médico que intervino y asistió a la niña, la doctora Fathiya Ahmad. «Las familias y los practicantes, médicos, enfermeras o lo que sea, se conjuran entre sí», recuerda la ministra de Sanidad de Egipto, Mushira Khattab. «La práctica ha descendido, pero estoy segura de que se sigue llevando a cabo a escondidas».

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay entre 100 y 140 millones de mujeres en el mundo a las que han sometido a la ablación del clítoris. Y que cada año, unos tres millones de niñas están en riesgo. La agencia africana de información Afrol News señala que en 28 países africanos se lleva a cabo la ablación, pese a que en 18 se ha prohibido. Sin ir más lejos, Egipto lo hizo en 2008, Uganda en 2009 y Mauritania en 2010. Lo sucedido en el Delta del Nilo muestra, sin embargo, «que queda mucho por hacer», comenta Shukri Saleh, activista de derechos humanos.

Natalia Cobo, matrona de Médicos sin Fronteras, pone el acento en los riesgos, tanto médicos -infecciones crónicas, infertilidad, problemas en el embarazo y el parto, por citar sólo algunas- como sociales. El ejemplo que usa Cobo ilustra la situación: «Las mujeres a las que se les practica [la ablación] pueden sufrir una serie de problemas que pueden llevarlas al ostracismo y al aislamiento. Hay culturas que rechazan y marginan a las mujeres con incontinencia urinaria porque huelen mal. Sus esposos muchas veces las abandonan...».

Amnistía Internacional ha puesto en marcha una campaña contra la mutilación genital femenina por la que pretende que los Estados miembros de la Unión Europea se impliquen en su objetivo y frenen una práctica que también se lleva a cabo en Europa. Esta organización denuncia que se trata de «una violación de los derechos de las mujeres protegidos en varios instrumentos internacionales». Que se viola «el derecho a no sufrir tortura ni otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes».

Tortura, y a largo plazo, que en países como Somalia y Egipto han sufrido casi el 95% de las mujeres. Entre ellas, la pequeña Nermeen.

El Mundo

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