viernes, 6 de agosto de 2010

Artà arroja luz a la cuestión ´xueta´

Varios estudiosos repasan la historia de este colectivo en el pueblo

T. OBRADOR. ARTÀ. "La casa de Jacob Sussen, judío, fue bárbaramente destrozada, sobre todo su terraza y puertas, por los asaltantes con lanzamiento de piedras, durante la Semana Santa del año 1364. A instancias de algunos judíos, el alcalde de Artà tomó las precauciones para que los judíos artanencs no fueran molestados con las piedras que les tiraban los cristianos durante el forzoso receso en su casa". Esta es una de las informaciones que contiene el artículo de mosén Antoni Gili titulado Els jueus d´Artà en el segle XIV, parte del nuevo libro Els jueus i conversos d´Artà. Segles XIV-XIX, obra del grupo de historiadores formado por Albert Bonnín, Antoni Gili, Dolors Fortesa-Rei, Rosa de Aguilar, Llorenç Vich y Rafael Aedo. Fue presentado anteanoche en el teatro de Artà, en el marco de las fiestas de Sant Salvador.
El mencionado libro es fruto de una conferencia celebrada en marzo de 2009, cuyo interés social motivó la publicación posterior. La genealogía ha sido el eje central de estas aportaciones históricas. "Nos gustaría que este libro fuese un estímulo, un ejemplo, para otros pueblos de cara a arrojar luz a la cuestión xueta, al tema de los conversos mallorquines", explica Gili. En este sentido, se trata de una herramienta muy útil "para la recuperación de las pequeñas historias particulares de la gente, a partir de las cuales se enlaza con la historia colectiva". Llaman la atención múltiples hechos y curiosidades, y cómo se clarifican las interrelaciones familiares.
Dolors Fortesa-Rei apunta en su artículo Els Pinya, primers conversos d´Artà, que "en un documento del archivo municipal de Artà, que data del 13 de noviembre de 1644, se recoge la multa que tienen que pagar cuatro hombres por no haber acompañado con sus caballos armados a Miquel Pinya a las Corts Reials de Ciutat".

La Placeta del Marxando

En el capítulo Els Fuster, nissaga patriarcal, de Rosa de Aguilar y Llorenç Vich, sorprenden los diferentes oficios vinculados con este apellido: velluter, sastre, calceter, marxando, carreter, botiguer, forner, traginer, cadirer y también conrador. "Cabe remarcar otro dato que todavía hoy marca la vida cotidiana artanenca. Pensemos en la Placeta del Marxando, nombrada así porque allí habitaba la familia Fuster, de la cual la mayoría de sus integrantes eran marxandos de profesión". A su vez, se revelan fincas rústicas y urbanas poseídas por vecinos de apellido Fuster y toda una serie de malnoms, como Marxando, Mosca, Coy, Ganyada, Poyo, Ranxer, Marrueco, Cayetano, Aloi y As d´oros. Algunos han sobrevivido hasta la actualidad. Capellanes con apellido Fuster hubo bastantes. De don Josep Fuster Fuster se cuentan "infinidad de anécdotas".
Albert Bonnín refleja en Els Bonnín, Guixó i Marin, evoluciones de ramas familiares y un proceso de 1897, cuando Salvador Bonnín Miró fue absuelto de juicio de faltas por los daños causados por su ganado. De 1879 se relata otro juicio de faltas a causa de los maltratos sufridos por Aina Maria Bonnín, de cinco años, hija de Joan Bonnín, a raíz del castigo y baticuls que le propinaron dos monjas de la Caridad, a instancias del padre a su discípula.
En Els Fortesa, una saga de botiguers, Dolors Fortesa-Rei recuerda una noticia acontecida en 1894, un día de caza en la possessió de Bellpuig, con la participación de Jeroni Serra, Pere Mayol y Francesc Fortesa. El amo de Bellpuig los pilló cazando con tres perros y una fura y al no tener licencia los denunció. Los carabineros Melcior Julià y Mateu Aguiló les detuvieron. El juez dictaminó la incautación de la fura que ya habían muerto los carabineros, la de los conejos que habían cazado y fijó una multa de cinco pesetas cada uno.

El proceso de Jerònia Pomar

Rafael Aedo aporta en Un procés inquisitorial una copia del proceso de fe realizado en "el Sant Ofici de la Inquisició de Mallorca" a instancia del "Sr. Fiscal contra Jerònia Pomar", mujer de Pere Joan Miró, vecina de Artà, de 56 años. "Por judaizar". Distintos testimonios y el resultado, con los ingredientes típicos de delación anónima, presunción de culpabilidad, brutalidad en los interrogatorios y en las penas impuestas: Condenada a morir.

Diario de Mallorca

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