La sollerica Foneria Joan Oliver era la reconstrucción de una saga. Joan Oliver Rul·lan había emigrado a Marsella tras la persecución de los liberales en España. Sólo dos años después de su huida regresaba a su Mallorca natal para poner en marcha un proyecto empresarial pionero. Los Oliver Maneu pasarían a la Historia como los impulsores de la maquinaria a vapor en la Isla.
Apenas tenía veinte años cuando el fracaso del liberalismo en España le hizo escapar a Francia en 1824. Fue allí, en un taller metalúrgico de Marsella, donde Joan Oliver Rul·lan aprendió el oficio. En 1826 ya estaba de vuelta en Sóller y ponía los cimientos de la que sería una de las empresas más importantes de la Isla: la herrería Foneria Joan Oliver, dedicada a la construcción de maquinaria agrícola.
Pioneros en el sector, el negocio crecía imparable. La realidad, por una vez, parecía cumplir una a una sus expectativas. Tanto que tres años después de su fundación, la fábrica fue mejorada con la instalación de una máquina de vapor, una de las primeras en España. Según el investigador Benet Pons i Fàbregues, aquella creación –del propio Oliver Rul·lan y con cuatro caballos de potencia– fue, sin duda, el primer invento de vapor de todo el Estado.
Las buenas perspectivas del negocio animaron a la familia a trasladar tanto su residencia como la empresa a Palma. En 1843 su fábrica estaba ya instalada en unos terrenos de S'Hort den Moranta, cerca de la actual calle Bonaire.
Hacía apenas cuatro años que había nacido Joan Oliver Castanyer, destinado a ser heredero y continuador del negocio familiar. Después de sus estudios secundarios, se marchó a París para estudiar ingeniería, pero cuando estaba a punto de acabar la carrera, problemas de salud le obligaron a regresar a Mallorca. Aquí colaboró con su padre hasta la muerte de éste, en 1872, momento en el que pasó a hacerse cargo de la empresa.
La Foneria Joan Oliver inició la producción de maquinaria basada en el uso de la caldera de vapor. Incorporó la fabricación de elementos metálicos para la edificación. Según el investigador David Ribas i Ribas, en 1870 la fábrica introdujo las primeras segadoras eléctricas de Mallorca, así como prensas hidráulicas para la obtención de aceite según el modelo francés. Parte de la producción se exportaba ya a Barcelona y Valencia, entre otros puntos de la Península.
Con Oliver Maneu Castanyer como responsable, el taller destacó en la fabricación y reparación de calderas y máquinas de vapor. Se construyeron las ruedas hidráulicas para la regulación de la Albufera y se introdujo el sistema de tracción mecánica de vapor para moler el grano en sustitución de los molinos de viento.
La diversificación de las actividades era constante. La Guía fabril e industrial de España de Giménez Guited, señala que en 1860 la fundición Maneu tenía tres hornos de vapor, 28 operarios –de los 300 que llegaría a alcanzar– y un capital de 500.000 pesetas. A principios de 1880 era aún uno de los únicos talleres de España dedicados a la producción de máquinas de vapor.
Las instalaciones fueron ampliadas y modernizadas para permitir la construcción de calderas fijas para un centenar de naves industriales además de algunos barcos de la flota mercante de Mallorca. Vapores como Bellver, Isleño, Cataluña y Cabrera pasaron por el taller entre 1905 y 1906.
La buena racha que los Oliver Maneu habían tenido desde su origen fue la misma que inició el declive. En 1902, cinco millones de pesetas del Gordo de Navidad se repartían entre los propietarios y trabajadores de la fábrica. Un pellizquito que animó a algunos especialistas a abandonar la empresa y establecerse por su cuenta. La familia invirtió una parte del dinero en la mejora de los talleres pero comenzaban las dificultades.
La falta de obreros especializados y el auge de la industria catalana –sobre todo en la construcción de motores para barcos y maquinaria agrícola– acabaron por hundir Can Maneu. Competir se convirtió en algo imposible y las actividades se fueron reduciendo hasta limitarse a la fábrica de hielo que habrían creado en 1886.
En 1905, sólo tres años después del nombramiento de Joan Oliver Castanyer como concejal del Ayuntamiento, falleció. Pocos meses después, Cort le declaraba Hijo Ilustre. De nuevo su hijo fue el responsable de seguir el negocio, pero la situación insostenible llevó a la desaparición de la fábrica en 1910. Hoy en la calle Montcades, la galería de arte Oliver Maneu, recuerda el solar donde en otro tiempo se inventó el vapor.
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