lunes, 26 de abril de 2010

La fuga de Baltasar Garzón

SON tres los procedimientos en curso contra Baltasar Garzón:
a) Prevaricación por intento de apertura de instrucción penal contra crímenes amnistiados por la ley de 1977.
b) Prevaricación por solicitar y obtener ayuda económica a un banquero cuya causa él instruía.
c) Prevaricación por intercepción de comunicaciones entre abogados defensores y clientes.

b) y c) son acusaciones altamente deshonrosas. Moralmente obscena y jurídicamente difícil de llegar a puerto b): los hechos están constatados, la relación causal podrá siempre ser negada.
c), letal de necesidad para cualquier juez: destruir el principio de confidencialidad en las comunicaciones entre abogado y cliente es reducir a nada la garantía judicial básica. No hay jurista español -incluido más de uno de los que han firmado estos días manifiestos de apoyo al Garzón «héroe antifranquista»- que tenga la menor duda acerca del desenlace: jurídicamente hablando, Garzón está muerto desde el día mismo en que dictó tales intervenciones.
Queda a), que es una prevaricación por causa de delirio; de ese delirio por el cual son poseídos los extremadamente ignorantes y, al mismo tiempo, extremadamente vanidosos. Tan evidente como c) en la calificación jurídica -no hay juez en sus cabales que pueda argumentar desconocimiento de la Ley de Amnistía del 15 de octubre de 1977-, tiene una enorme ventaja para la agit-prop, que ha sido el único arte en el cual Garzón ha sobresalido: la prevaricación del juez puede ser fácilmente recubierta con el manto respetable de la lucha contra el dolor acumulado bajo la dictadura. Y hacer que la inhabilitación que c) -y, en su caso b)- acompañarían de la más alta ignominia que a un juez quepa, quede solapada por la -en el peor de los casos- comprensible locura de un hombre cegado por sus buenos sentimientos progresistas.
Si a Garzón le queda un mínimo instinto de superviviente -y eso siempre lo ha tenido- jugará exclusivamente sobre esta carta. Sabe que nadie de sus actuales amigos lo defenderá si se probara que se embolsó dinero de Botín. Sabe que ni un solo jurista respaldará su violación totalitaria del derecho a la confidencialidad de la defensa... Sabe que pocos, sin embargo, se atreverán a decir lo esencial en este primer caso: que un juez no legisla; que la Ley de Amnistía del 77 puede ser revocada; por el Parlamento; y que quienes por ella se sientan heridos no tienen más que exigir a sus diputados que así lo hagan, en una Cámara en donde el PSOE de Zapatero tiene mayoría holgada; que un juez que asume de facto funciones legislativas y se erige en justiciero por encima de la ley, es lo más parecido a un golpista. Garzón juega a que el ruido de a) borre la abyección de b) y de c). Y al envidar por actores interpuestos al Supremo, fuerza ser expulsado por lo que él juzga la puerta más rentable para su futuro. Profesional y político.
Todo lo dicho estos días por los escénicos farsantes que corean a Garzón es falso. Garzón no ha sido procesado por abrir fosas ni por recuperar memoria alguna. La apertura de fosas por los familiares que así lo soliciten está protegida por la ley, sea cual sea el origen y filiación política de los enterrados; en cuanto a la memoria, la memoria es un legado que cada uno de nosotros lleva en su carga afectiva y que nadie, ni juez ni ley, podrá modificar nunca. El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha sido procesado por pretender abrir procedimiento penal acerca de hechos amnistiados. No es asunto moral. Es violación de ley. Deliberada. Lo peor en un juez.
a) es lo mismo que b) y que c): burlar la ley. Lo demás es retórica.
GABRIEL ALBIAC

Vía ABC

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