domingo, 11 de abril de 2010

Euforia en el PSOE porque el PP ha quedado "contaminado"

Los estrategas y altos cargos del PSOE están eufóricos porque gracias al caso Gürtel, el Partido Popular, ha quedado seriamente "contaminado" y porque uno de sus objetivos prioritarios, el de fijar en la sociedad española el criterio de que "todos los partidos son igualmente corruptos", ha sido alcanzado.

El PSOE se sentía incómodo portando la terrible etiqueta de ser el partido corrupto por excelencia. Es consciente de que ha hecho méritos suficientes en el pasado para que su imagen quedara seriamente manchada: casos como FILESA, el terrorismo de Estado de los GAL, el desfalco de Roldán, el escándalo de Juan Guerra, las escuchas ilegales, el caso del Banco de España, el del BOE y lo más grave de todo, ministros y secretarios de Estado socialistas encerrados en la cárcel por corrupción (Barrionuevo, Corcuera, Vera...).

El PSOE ha aprendido a silenciar y esconder los muchos casos nuevos de corrupción que estallan en sus filas con una frecuencia preocupante. En Andalucía son decenas, algunos de ellos, como los de Mercasevilla y el del pueblo almeriense de El Ejido, de una gravedad alarmante. Un asesor y amigo íntimo del actual alcalde de Sevilla acaba de entrar en prisión, pero su repercusión mediática ha sido escasa. De haber sido uno del PP, habría obtenido portadas en media España.

Gran parte de los medios de comunicación, dependientes del dinero público y de las concesiones y favores del poder, colaboran en ese antidemocrático silencio, que deja al ciudadano sin la información que necesita para acceder a la verdad y tomar decisiones. Es indudable que el PSOE puede anotarse el logro, dudosamente democrático, de haber comprado y amordazado a buena parte de los medios de comunicación españoles.

Pero, a pesar de todo, el PSOE seguía arrastrando la imagen de ser el partido más corrupto, el de los "chorizos", un lastre pesado que le restaba votos y que le obligaba a realizar grandes esfuerzos para conquistar el poder o a contar con la ayuda de situaciones extraordinarias..

Desde que Zapatero llegó al poder en 2004, contra pronostico e impulsado, precisamente, por una de esas "necesarias" circunstancias extraordinarias, la de los atentados del 11 M, el principal objetivo de los estrategas socialistas ha sido demostrar al electorado español que los socialistas no son los únicos "chorizos" marcados por la corrupción y la degeneración, un objetivo que creen haber conseguido gracias al caso Gürtel y a su intensa explotación mediática.

Zapatero, personalmente, cree que haber "pringado" al PP es un logro de extraordinaria importancia, y así lo ha hecho saber repetidas veces a sus más cercanos colaboradores. Piensa que, a partir de ahora, el desequilibrio de partida ante las urnas ha quedado neutralizado y que el PSOE, sin limpiar su imagen, que sigue siendo la de un partido putrefacto y más atento al poder y a los privilegios que al bien común, aparece ya ante los ojos del electorado como un partido tan corrupto y tan antidemocrático como el PP.

La historia dirá si, como piensan Zapatero y sus estrategas, el objetivo de equiparar PP y PSOE en inmundicia ha sido alcanzado o si todavía, como se puede establecer tras un análisis minucioso, el PSOE conserva una importante ventaja. Los expertos en marketing socialista defienden la tesis de que la ciudadanía no entra en detalles y sólo percibe los grandes rasgos, lo que le llevará a la conclusión, "ideal" para los socialistas, de que la derecha y la izquierda son "igualmente corruptas".

El PP, más estúpido que torpe, le ha facilitado el trabajo a los socialistas porque ha sido incapaz de ofrecer al electorado la imagen de un partido distinto y distante del socialista. Más bien los ciudadanos creen que la derecha ha imitado a la izquierda en corrupción, arrogancia, apego al poder, adicción a los privilegios y amor por la partitocracia, lo que significa, también, desprecio a la democracia. La facilidad con la que ambos partidos pactan para subirse los sueldos o mantener vigente la actual ley electoral, antidemocrática e injusta, pero beneficiosa para los dos grandes partidos, demuestra que, a pesar de los enfrentamientos, están en el mismo barco.

Si es cierto, como dicen los socialistas, que el PP ha perdido ya la batalla de la limpieza, a la derecha solamente le queda un blasón que exhibir ante el electorado, el de su mayor pericia para enfrentar las crisis económicas y su mayor capacidad de crear empleo y riqueza. Destruir ese "mérito" es, precisamente, el próximo objetivo de Zapatero y de sus estrategas.

Si los socialistas, como creen, han alcanzado su objetivo de convertir al PP en un partido marcado por la corrupción, la derecha lo tiene crudo ante las urnas porque la base electoral de las izquierdas unidas es ligeramente superior a la de la derecha. Además, los socialistas, flexibles y sin apego alguno a las ideologías, han demostrado ser capaces de pactar con cualquiera, al margen de las ideas, con tal de poder controlar el poder, mientras que el PP, rígido y torpe, apenas es capaz de fraguar alianzas, ni siquiera con los nacionalismos y regionalismos de derechas.

Si ambos partidos aparecen igualados en basura y podredumbre ante el electorado, crecerán notablemente el voto en blanco, el voto nulo y la abstención, símbolos del rechazo ciudadano a la "casta" política, pero eso no afectará demasiado a partidos políticos que ya han perdido el miedo a los ciudadanos y el respeto a la democracia.

Vía voto en blanco

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