domingo, 30 de mayo de 2010

Shlomo Venezia: «Yo les cortaba el pelo a las mujeres tras ser gaseadas»

Tiene los pulmones quemados, la memoria intacta, y el recuerdo vivo de la masacre nazi: para que no se olvide

Shlomo Venezia: «Yo les cortaba el pelo a las mujeres tras ser gaseadas»
EFE
«Tengo que estar una semana solo para volver a ser normal»
Invitado por la Casa Sefarad, Shlomo Venezia, judío sefardita nacido en Salónica, ha hablado en Madrid de aquellos días de la infamia nazi. «Tras liberarnos de Auschwitz estuve siete años en un sanatorio para aprender a tener contacto con personas “normales”. Luego, trabajé 27 años en un hotel, me casé; tengo tres hijos y seis nietos estupendos. He cumplido 87 años, vuelvo a Roma hoy \[por ayer\]; estaré allí una semana sin hablar con nadie, aislado para volver a la normalidad. Contar la vileza es muy duro».
-¡Dios quiso que viviera para que contara esta tragedia!
-¿Cuándo tiempo estuvo en Auschwitz-Birkenau?
-Entré el 11 de abril de 1944 y me llevaron después a Mauthausen, en la «marcha de la muerte» (al que se caía, lo mataban) el 6 de mayo de 1945.

-Y le obligaron a «asistir» a los verdugos nazis en las cámaras.
-Sí, en los «Sonderkommando» . Pero mi llegada coincidió con el traslado a Auschwitz de 420.000 húngaros. Los nazis solían cambiar cada dos o tres meses a los «Sonderkommando» para no dejar rastro, pero ante la avalancha húngara no tuvieron tiempo y yo permanecí así ocho meses y medio.
-¿Cuál era su «función»?
-Los nazis tenían necesidad de personas para trabajar y nos preguntaron qué sabíamos hacer. «De barbero», dijimos. No había elección. Me dieron unas tijeras grandes, y pensé que era para cortar el pelo a los prisioneros vivos, pero al llevarme al crematorio supe que era para cortar los cabellos a las mujeres asesinadas en las cámaras.
-¿Qué hacían con los cabellos?
-Los usaban para hacer ropa y para fabricar moquetas para los submarinos.
-También arrancaban el oro.
-A un amigo, que era dentista, le dieron espejo y pinzas para quitar el oro de los dientes de la boca de los muertos.Otros miembros de los «Sonderkommando» retiraban los cuerpos de la cámara, o quemaban los cadáveres... Cada uno tenía una «misión».
-¿Cuántos seres humanos vio asesinados por esas hienas nazis en su etapa como «Sonderkommando» en Auschwitz?
-La máquina de matar nazi funcionaba las veinticuatro horas del día. Siempre quemaban, siempre asesinaban. Había cuatro crematorios, dos de ellos grandes (donde cabían 1.450 cuerpos, pero metían 1.600, 1.700 o 1.800). Yo trabajaba doce horas cada día, una semana de día y otra de noche, y los hornos del crematorio no descansaban ni un minuto. Durante los más de ocho meses que estuve en los «Sonderkommando», en cada crematorio se quemaban al día entre 600 y 650 personas muertas. Morían entre 10 y 12 minutos después de ser introducidas en las cámaras de gas.
-¿Cuántos trenes llegaban con niños, mujeres, hombres y ancianos directos a la cámara de gas?

-Cuatro o cinco muchos días. Primero enviaban a la cámara a las mujeres con los chicos y después entraban los hombres. Todos ellos esperaban que lloviera agua para asearse después del viaje en tren, pero no salía agua, sino gas asesino para matarlos.
-¿Vio morir a familiares?
-Rezabas para que nunca llegaran al campo. Los del «Sonderkommando» no estábamos en contacto con ningún otro prisionero; vivíamos en un barracón especial porque no debíamos saber nada de lo que pasaba. Después de una semana nos hicieron dormir arriba de un crematorio. El último día, antes de que llegaran los rusos, me encontré con un primo mío, León, por el que intercedí sin éxito.
-¿Le preguntó algo León?
-Si la muerte era rápida. «Ni un minuto dura», le respondí. No quise atormentarle. Tenía hambre, comió una lata de sardinas. Le acompañé a la cámara; le saqué ya muerto.
-En 1992 decide contar su tragedia y retornar el terror.
-Me dijeron si quería acompañar a ochenta estudiantes y cuatro profesores de dos escuelas de Roma a Auschwitz. No sabía, tras 47 años, cómo me podía afectar volver a aquel campo de exterminio. El 4 de diciembre de 1992 fue la primera vez que volví a pisar Auschwitz. Y desde entonces lo he visitado en 54 ocasiones, unas cinco veces al año; ahora no voy más de dos.
-¿Qué dedicatoria estamparía en «En el infierno de las cámaras de gas» (RBA)?, que verá la luz el día del Corpus, 3 de junio.
-Para no olvidar.

Vía ABC

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