Quien estas líneas escribe, la primera película que vio en el cine fue Cobra, protagonizada por Sylvester Stallone. Tendría unos cuatro o cinco años más o menos. Luego vendría Robocop. A la primera me acompañó mi padre, a la segunda, un año después, ya fui con los amigos.
(MD)En mis años de guardería y escuela, aparte de darle al balón y recrear aventuras con los Playmobil lo que a mí me gustaba era jugar con pistolas y con los G.I.JOE. Las pistolas, cuanto mas reales fueran mejor. Ya fuera una Magum, una Colt o una 9mm todas las recreaciones eran bienvenidas para jugar.
Llegaron las videoconsolas. A mí me hubiera tocado jugar con Alex Kidd de SEGA pero al crecer en México este fue sustituido por Mario Bros y la Nintendo. Llegada la adolescencia y con ella la Play Station volvieron los juegos macabros: Resident Evil, Metal Gear, Silent Hill y un largo etcétera basado en la violencia, la sangre y muerte.
En cuanto a las niñas, el juguete estrella era la Barbie seguida de los juegos de cocina y de los pin&pon. Sólo algunas jugaban al balompié así como sólo los chicos más osados jugaban a la cocina sin importar las risas de sus compañeros.
Hoy en día ya no juego. Si acaso libro alguna batalla épica enmarcada en juegos de estrategia como Age of Empires donde la sangre vuelve a estar presente, pero obviamente ya no es lo mismo.
El caso es que yo crecí pensando que eso era lo normal. Que los niños jugaban a pistolas y las niñas a muñecas, de la misma manera que los niños quieren ser futbolistas y policías y las niñas enfermeras o peluqueras. Que todo forma parte del desarrollo de los niños y que una vez abandonada la infancia los intereses son otros. Que de ningún modo esto implica una generación de hombres violentos y mujeres sumisas.
Ahora ha cambiado. Tuvo que llegar la mentalidad “progresista” que no ve bien eso. La mentalidad “progre” que quiere cambiar años de tradición en materia de juegos de infancia llegando a utilizar argumentos tan deleznables como que todo eso es la raíz del maltrato del hombre a la mujer.
Puedo entender que en las recolectas de juguetes que hacen algunas ONG no admitan pistolas, pues no sería ético ni moral enviar rifles de juguete a los niños de, por ejemplo, Sierra Leona. Lo que no entiendo son esos mensajes que lanza el progresismo a la ciudadanía diciendo barbaridades como que esos juegos son el caldo de cultivo de la violencia machista o que los niños y las niñas no deben adoptar roles sexistas.
Si las niñas quieren jugar con muñecas que jueguen con muñecas y si los niños quieren jugar con pistolas que jueguen con pistolas. Los niños deben jugar en libertad con lo que quieran. Lo único que necesitan son unos padres que les enseñen y recuerden lo que pertenece a la ficción y lo que pertenece a la realidad. Unos padres que controlen lo que hacen pero dándoles la máxima libertad posible.
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