Los políticos catalanes buscan una salida: la neutralización del Tribunal
El vodevil-sainete-tragedia-psicodrama del recurso de inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña alcanza cotas difícilmente imaginables…, pero perfectamente previsibles para quien conozca elementalmente la mitomanía y esquizofrenia del Partido Socialista de Cataluña.
Éste vive en un sinvivir entre su esencia de referente nacionalista y su presencia electoral compuesta por el núcleo sólido de los trabajadores (y trabajadoras, que dirán los cursis). De modo que la razón le impele a mantenerse sólidamente anclado en el PSOE (los votos mandan), mientras su corazón late en las ensoñaciones esencial-identitarias de la burguesía tradicional… unido a un freudiano complejo que le impide enfrentarse con el proyecto identitario nacionalista. Maragall, por aquello de dar lecciones al maestro, se lanzó por la línea de un nuevo Estatuto que a nadie interesaba pero en el que tampoco nadie podía quedar al margen. Y a ello se sumó un inconsciente Zapatero, que creyó, con más fe que prudencia, en el sentido común de sus compañeros catalanes.
Aquel texto excedió del marco propio de atribución de competencias para invadir el espacio constitucional español con pretensiones y proyección de configuración de la propia nación catalana, partiendo no de la voluntad de los españoles (la Constitución), sino de una inexistente soberanía. La inconstitucionalidad del Estatuto era evidente para cualquier jurista con sentido común. El Congreso cepilló y compuso, dejando el núcleo duro a un Tribunal Constitucional al que, sometido a todo tipo de presiones, se le hicieron los dedos huéspedes buscando una salida política y jurídica al embrollo. Hasta constatar que no era posible.
Ahora que todo está perdido, los políticos catalanes buscan una salida: la neutralización del Tribunal. Ganar tiempo. Propongo que el próximo partido en el que al Barça le vayan mal las cosas cambiemos al árbitro. O, mejor aún, que el de negro con los linieres suba a rematar los córneres.
Vía La Gaceta
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