jueves, 10 de diciembre de 2009

Los cómicos disparan con pólvora del Rey

Cristina Losada


Si los cómicos desean involucrar al Rey, pídanle que inste a Zapatero a salir de debajo de la cama ahora mismo. De lo contrario, estamos invirtiendo los términos: Zapatero reina, pero no gobierna y el Borbón, viceversa.
Sentía cierta extrañeza ante los rumores que pregonaban una "rebelión" contra Zapatero entre los domésticos de la farándula. Por esta vez, no erraba la intuición. Los pensionados de la kultura han encontrado la manera de eludir una crítica al Gobierno a cuenta de la activista saharaui en huelga de hambre. Su gran aportación a la justa causa de Aminatu Haidar consiste en una carta al Rey. Le piden que intervenga de forma personal e intransferible para salvarle la vida. Tiran por elevación y se saltan a los responsables de ceder a las presiones del Gobierno marroquí con un argumento estupefaciente: alegan que las gestiones políticas están "agotadas". Lo que no se agota es su voluntad de salvar tanto su cara como la de su querido presidente. Han dado con la fórmula magistral para darle una patadita al Gobierno en el regio culo de Su Majestad.
No fue, sin embargo, el Rey de España quien aceptó la irregular expulsión de Haidar perpetrada por las autoridades de Marruecos, sino el ministro de Exteriores del Gobierno de España. No ha sido Juan Carlos I el que ha llevado los desmadejados hilos de este contencioso, una más de las provocaciones que el reino alauita dirige periódicamente contra su vecino del Norte. Es más, el monarca no dirige la política exterior. No tiene siquiera la potestad de mimarlos con subvenciones. Si los cómicos desean involucrar al Rey, pídanle que inste a Zapatero a salir de debajo de la cama ahora mismo. De lo contrario, estamos invirtiendo los términos: Zapatero reina, pero no gobierna y el Borbón, viceversa. No vaya a ser que el artisteo quiera hacer pagar a otros la factura histórica por todas las traiciones del PSOE al pueblo saharaui.
Nuestros arbitristas de todo a cien siempre quieren disparar con pólvora del Rey. Apelan al monarca en razón de su ascendiente sobre el sultán, obviando su propia condición de hijos putativos de Zetapé. Bien harían en emplear sus armas de persuasión, su sensual retórica hueca, con su generoso tutor, patrón, amigo y mecenas. Convénzanle a él. De sobra saben que es más difícil estar a la altura de las circunstancias que au dessus de la mêlée, como su bien amado Rodríguez, perpetuo desaparecido cuando el combate no se dirime con piruletas dialécticas. Para salvar vidas, me temo que no servirán. Eso sí, para buscársela no tienen rivales.

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