viernes, 4 de diciembre de 2009

14 años y 140 kilos, ¿dónde está el problema gordo?

Titulo así este post porque la gente piensa que el problema está en ese niño obeso. Ya les digo que no. El meollo del asunto está en las sociedades ociosas, inactivas, incultas y mal nutridas que estamos creando. Ahora lo explico, primero un reclamo de desahogo contra los medios de comunicación.

¡Menuda paradoja, los medios informativos no saben informar! Como cada vez viven más del sensacionalismo, el amarillismo, las primicias… se dedican a desinformar a la sociedad. Están para FORMAR a los ciudadanos, pero como lo que aquí prima es el dinero, y lo que deja dinero es lo mencionado líneas antes, pues decimos que el problema es ¡un niño de14 años con 140 kilos! Pero dejemos los medios para otra ocasión y abordemos la sustancia: OCIOSIDAD, DESNUTRICIÓN, y por ende OBESIDAD.

Con un poco de conocimientos médicos y ojo clínico se ve que este niño sufre una seria disfunción hormonal, por lo que es un caso separado. Come poco y más o menos bien y sin embargo no para de ganar kilogramos como si de un elefante se tratase.

Sí, muy dramático para sus padres pero este caso no es lo común, este niño, por decirlo de alguna manera no es un “problema para la sociedad”, porque, repito, es un caso aislado.

¿Dónde está la real amenaza de la obesidad? Les voy a mencionar un caso que quizá ejemplifique esto. Hablemos de esa gente que podría ser sana pero no lo es porque no quiere, porque el “sistema les ha devorado”, porque, aunque suene triste y crudo, al fin y al cabo ellos lo han decidido. Hace unos meses vi un programa en Cuatro. Dos niños de edades que oscilaban entre los 8 y 12 años y los padres de 38 a 45 años, sufrían de sobrepeso sino es que ya obesos. Gordos, gordos. La que más se salvaba era la madre, pero aún así le sobraban muchos kilos.

El reportaje es muy bueno, deprimente y terrorífico. Toda la familia tomaba refrescos a todas horas, nunca agua . No comían verduras, la mayoría de las comidas eran fritas, llegaban de la escuela o del trabajo y era servirse patatas, refresco, una hamburguesa… y arrellanarse en el sofá a ver programas del corazón y lindezas así. Los fines de semana no faltaba el cine, los “cubos” de palomitas; el “Fúrbol, me gusta el fúrbo”, como decía la criatura –creo que eran del Betis-.

Tuvo que llegar la “especialista”, una especie de “Súper nany” para obesos. Les dijo que no tenían que tomar refresco, que no tenían que comer tanta mierda, que tenían que hacer ejercicio, un largo hacer y no hacer. Esas cosas que a la gente con un nivel cultural y educativo medio en una sociedad desarrollada se nos enseña. A los pocos meses el cambio fue impresionante, quién sabe si serían capaces de mantenerlo en el tiempo. No han vuelto a hablar de ellos.

Ahí es donde está el problema gordo.

Por Carlos Gutiérrez

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