UN JUEZ BAJO SOSPECHA / Nuevas revelaciones
Garzón le pidió a Botín que pagara su curso en Nueva York
El magistrado, con licencia de estudios, se dirigió varias veces al presidente del Santander para que aportara los 302.000 dólares que necesitaba. Cinco meses después de reincorporarse a su trabajo en la Audiencia Nacional, el juez no admitió a trámite una querella contra su patrocinador. Al ser denunciado ante el CGPJ, dijo que no tenía que abstenerse al «no haber relación directa, ni indirecta, ni de carácter económico con la entidad»
MARÍA PERAL
Madrid
Baltasar Garzón solicitó personalmente al Banco Santander la financiación de las actividades que el juez desarrolló en el Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York, dos series de coloquios para los que la entidad bancaria entregó un total de 302.000 dólares (unos 260.000 euros) en 2005 y 2006.
Garzón planteó inicialmente su propuesta a Gonzalo de las Heras, en aquel momento director general del grupo Santander en Estados Unidos. Con posterioridad, el juez se relacionó directamente con el presidente, Emilio Botín. Terminada la primera fase de coloquios, el magistrado volvió a dirigirse a Botín para que la entidad patrocinara un segundo ciclo, enviándole el programa y el presupuesto.
El Banco Santander acaba de entregar en el Tribunal Supremo la nota en la que De las Heras comunicó a Botín las pretensiones del magistrado y las cartas que éste envió al máximo dirigente de la entidad, en las que se dirige a él como «Querido Emilio» y le expresa en varias ocasiones que «te agradezco la financiación».
Cinco meses después de volver de Nueva York, ya reincorporado a la Audiencia Nacional, Garzón recibió una querella contra Botín. No se abstuvo de intervenir y la inadmitió a trámite. La Sala de lo Penal de la Audiencia confirmó la inadmisión.
El jefe de la asesoría jurídica del Santander entregó el pasado lunes a la Sala Penal del Supremo los documentos de la relación que mantuvo Baltasar Garzón con directivos del banco a propósito del patrocinio de las actividades que el juez llevó a cabo en el Centro Rey Juan Carlos, adscrito a la Universidad de Nueva York.
Se trata de documentos hasta ahora desconocidos y que, por tanto, no pudieron tenerse en cuenta en la primera indagación que realizó el Supremo sobre los pagos a Garzón en Nueva York, donde el juez permaneció entre marzo de 2005 y junio de 2006 gracias a una singular licencia de estudios que le concedió el Consejo General del Poder Judicial.
En el curso de esa primera investigación se supo que, aparte de la financiación del Santander a los coloquios que Garzón organizó en el Centro Rey Juan Carlos, el juez percibió un sueldo de 160.333 dólares. Paralelamente, Garzón siguió cobrando su nómina de juez de la Audiencia Nacional.
La Sala Penal archivó esa primera investigación tras recibir un escrito de la Universidad de Nueva York en el que se aseguraba que el sueldo percibido por Garzón «corrió íntegramente de cuenta del Centro de Derecho y Seguridad» y que éste «no recibió fondos del Santander».
La misma universidad aseguró que los 302.000 dólares entregados por el Santander para sufragar las dos series de coloquios dirigidas por Garzón, denominadas Diálogos Transatlánticos y Derechos Humanos y Seguridad Jurídica, «fueron recibidos y administrados íntegramente por esta universidad a través del Centro Rey Juan Carlos y el departamento contable».
Sin embargo, con posterioridad al archivo de la investigación se conoció que en la memoria oficial del Centro Rey Juan Carlos se afirma que fue Garzón el que «obtuvo los fondos necesarios» para organizar los coloquios. En este dato se han basado los letrados Antonio Panea y José Luis Mazón para promover una segunda querella contra Garzón por prevaricación y cohecho.
Antes de resolver si admite o no a trámite esta querella, la Sala Penal ha reclamado al Santander el expediente completo del patrocinio, la información de cómo se gestó y las comunicaciones que existieron «con la universidad o con terceros» para su efectiva realización.
La contestación que el Santander entregó en el Tribunal el pasado lunes completa una primera respuesta que remitió el pasado 21 de octubre, considerada insuficiente por la Sala. El banco asegura al Supremo que los documentos ya enviados constituyen el expediente del patrocinio, si bien «se ha recabado información adicional» consistente en varias cartas y correos electrónicos.
Los documentos ponen de manifiesto la implicación personal de Garzón en la consecución del patrocinio del Santander a las actividades que realizó en el Centro Rey Juan Carlos. También evidencian que mantuvo una relación directa con los máximos ejecutivos del banco y que estuvo al corriente de la financiación de los coloquios por la entidad.
El primero de los documentos entregados por el Santander es una nota que el director general del grupo en Estados Unidos, Gonzalo de las Heras, envió al presidente, Emilio Botín, el 22 de abril de 2005.
El día anterior había mantenido un almuerzo con Garzón, de cuya convocatoria ya había tenido conocimiento el presidente del banco a través del propio De las Heras.
Garzón llevaba algo más de un mes en Nueva York. Según relata la nota, «está dedicando seis horas diarias a aprender inglés, lo que indica un tesón admirable». «Por ello me pareció mejor no invitar a nadie de fuera de la casa que nos obligara a hablar inglés», añade Gonzalo de las Heras.
Al almuerzo asistieron otros directivos del Santander en Estados Unidos y De las Heras lo describe como «simpático y distendido». «Garzón rompió el hielo diciendo que acudía como español y como amigo, y no como juez, y que podíamos hablar de todo lo que quisiéramos sin temer que nos llamara a aclarar el sentido de lo dicho: 'Como sabéis', dijo, 'aquí no tengo jurisdicción'».
La nota sobre el encuentro relata el proyecto de Garzón de organizar, desde la cátedra Rey Juan Carlos, unos programas que tendrían como objetivo «acercar España a Estados Unidos mostrándola desde las perspectivas de mayor actualidad económica, de los medios de comunicación, de la inmigración, la educación y el común desafío para ambas sociedades del terrorismo».
«Le dije que estaría encantado de transmitir su propuesta a Madrid y que no dudaba de que le ayudaríamos en la medida de nuestras fuerzas, pues los bancos siempre tienen que pensar en sus accionistas», indica De las Heras.
«Hoy me envía [Garzón] la propuesta que te adjunto», añadía De las Heras. «Dime qué te parece y cómo quieres que actúe».
Botín debió de dar su visto bueno con rapidez porque, el 16 de mayo de 2005, emitió un primer cheque por valor de 169.000 dólares a nombre del Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York.
El 10 de junio siguiente, Garzón se dirigió a Botín -«Querido Emilio»- y, en una carta con membrete de la Universidad de Nueva York, firmada como magistrado-juez y como titular de la cátedra Rey Juan Carlos, le agradecía «en primer lugar» la financiación recibida. A la misma adjuntaba el programa del primer ciclo de coloquios, en ese momento llamado España al día y que acabó denominándose Diálogos Transatlánticos.
Entre los documentos remitidos al Supremo por el Santander hay una segunda carta de Garzón al presidente de la entidad, fechada el 20 de enero de 2006, y en la que alude a una anterior conversación mantenida entre ambos en navidades.
La misiva tiene por objeto mandarle la propuesta de una segunda serie de coloquios sobre Derechos Humanos y Seguridad Jurídica. «Te adjunto la propuesta y el presupuesto», señalaba Garzón a Botín. El Santander también patrocinó ese segundo seminario, lo que fue agradecido por el juez a través de una nueva carta en la que se despedía de Botín enviándole «un gran abrazo».
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