sábado, 2 de enero de 2010

¿Independentistas o anexionistas?

GRUPO RAMON LLULL (*) La presión catalanista se está intensificando en Balears, baste señalar el anuncio de referéndums de independencia, que en el fondo lo son de anexión a Cataluña. Por ello, hoy más que nunca, conviene no confundirse con el lenguaje y llamar a las cosas por su nombre. El sustantivo "nación" se utiliza para señalar diversos conceptos. Así puede utilizarse para definir al conjunto de personas con un mismo origen étnico, por ejemplo, la nación hebrea. También se usa frecuentemente para señalar a los hablantes de una lengua (la nación francófona). Como "nación política" suele entenderse a aquella comunidad que, además de hablar una lengua, disfruta de una misma cultura, historia y tradiciones, que tiende a vivir en común y por tanto a organizarse en un Estado propio.
Es decir, para definir a una nación política no basta con que sus integrantes hablen el mismo idioma, sino que éstos deben tener voluntad de formar un Estado. De ahí que no podamos decir que todos los hablantes de inglés forman una nación política, ni que todos los hablantes de español formen otra. Que les pregunten a los ingleses si basta con que los irlandeses hablen inglés para que sus habitantes se sientan ingleses. Ni mejicanos ni argentinos aceptarían que por hablar español se les integrase en España.
Uno de los motivos que históricamente ha demostrado mayor capacidad de devastación ha sido la voluntad de construir una nación política, a la larga un Estado, de lo que únicamente era una comunidad lingüística. El conocido lema "Una lengua, una nación, un Estado", además de falso, es un peligrosísimo axioma, fuente de terribles conflictos. El Anschluss alemán, la obsesión de conformar un Estado que integrara a todos los pueblos de habla alemana, no sólo fue una de las causas originales de la segunda guerra mundial, sino también una causa de primer orden en el estrangulamiento de la democracia y las libertades individuales. En efecto, la pertenencia de un individuo a una nación política es subjetiva, depende de sentimientos y voluntades personales y no de la lengua que hable. La lengua, a diferencia de lo que afirman los nacionalistas, no tiene por qué determinar absolutamente a un individuo. Desde luego, decir, abusando del cientifismo como hacían los marxistas y ahora sus herederos, que los mallorquines, queramos o no, nos guste o nos disguste, "científica y objetivamente" somos catalanes de les illes, es una estupidez cargada de intención anexionista.
Algunos mallorquines, la mayoría, además de serlo de derecho, nos sentimos españoles. Queremos vivir en plena unión solidaria, económica, social y política con el resto de España. Por supuesto deseamos que se respeten todas nuestras particularidades, entre ellas nuestra lengua regional, como nosotros respetamos y queremos las de los gallegos, vascos, asturianos o catalanes. Otros, circunscriben al territorio exclusivamente isleño lo que consideran su nación, y se sentirían muy a gusto con una Mallorca independiente. ¿Acaso no lo son, dicen, Malta, Luxemburgo o Liechtenstein, todos ellos con menos territorio y población?
Otros extienden algo más su ámbito de sentimientos y deseos e incluyen en su visión a las otras islas hermanas. Es decir, creen que su nación es la comunidad balear, a la que ven capacitada como ente político, territorio, población y riqueza suficientes para constituirse en Estado soberano.
Por último, están aquéllos que nos ven integrados en un Estado catalán, junto a valencianos (si se dejan) y catalanes. Son los que sueñan en una gran Cataluña en la que nos incluyen con todo descaro, o en los Països Catalans, como identifican a esta supuesta comunidad política, de forma más tímida o taimada. Son los que tienen por bandera propia de Balears a la cuatribarrada, con o sin estrella. Sus fronteras llegan hasta Aragón y Castilla. Y colocan a nuestras islas bajo un nuevo Estado excluyente del resto de España, que nunca ha existido hasta la fecha. Pretenden cimentar, fundar esta unión política en una lengua común, por lo que nos encontramos otra vez con el "Una lengua, una nación, un Estado", que además en este caso podríamos particularizar en "Una lengua única y uniforme, una nación única y uniforme". Lengua uniforme, sin particularidades lingüísticas que los catalanistas ven como alentadoras de localismos nefastos para tal proyecto, y que supone, en ello están con todas sus fuerzas, la sustitución escrita ¡y hablada! de nuestro auténtico y maravilloso mallorquín por el catalán estándar Pompeu, argamasa del nuevo Estado catalán.
Estrictamente hablando, sin embargo, nacionalista es el que subordina su visión mental, y su propia vida, a la exaltación de sus sentimientos o intereses nacionales, condicionándolo todo a la mayor gloria de su nación, ya sea la española, la catalana o la mallorquina. Es decir, se puede ser nacionalista español, nacionalista balear, nacionalista mallorquín o nacionalista catalán. Los que apuestan por separarnos de España e integrarnos con los catalanes a las órdenes de otra metrópoli, Barcelona, son nacionalistas catalanistas. No les llamemos únicamente "nacionalistas", así sin apellido, porque ello es dar por supuesto que para los mallorquines sólo puede existir una nación, la suya, la gran Cataluña, y que sólo ellos son los que defienden los verdaderos sentimientos nacionales, mientras que los demás, los que no pensamos como ellos somos una especie de seres amorfos sin nación, alineados con un fantasmagórico imperialismo madrileño o soñadores de naciones imposibles. A ver, las cosas claras en beneficio de todos, a los que nos quiera meter en Cataluña, llamémosles nacionalistas catalanistas o simplemente catalanistas, pero no nacionalistas a secas que no quiere decir nada.

Para terminar, otro mal uso del lenguaje, relacionada con todo lo expuesto, es llamar independentistas a los mallorquines que lo que pretenden es incluirnos bajo el dominio de Barcelona. Independentistas en Mallorca, sin más aclaración, debe aplicarse a los que quieren la independencia de Mallorca. A los que nos quieren integrar en la gran Cataluña se les debe llamar anexionistas a Cataluña o simplemente anexionistas, que ya nos entendemos, pero no independentistas ¡Brillante independencia sería acabar sometidos a las órdenes de Carod, de Montilla o de Artur Mas!

(*) Integrado por Antonio Alemany,
Joan Font Rosselló, Rafael Gil-
Mendoza, Sebastián Jaume, Miquel
Nigorra, Román Piña Homs y
Sebastián Urbina

(Fuente)

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