ISLAM Y OCCIDENTE
Por José Brechner
Las derechas están avasallando en los comicios europeos. La avalancha se veía venir después de las elecciones para el Parlamento Europeo del 2009, donde las izquierdas fueron masacradas por el voto popular. |
El PE cuenta con 736 miembros y representa a 500 millones de ciudadanos. Nunca existió un ente transnacional de tamaña magnitud y relevancia.
La caída de los socialistas era predecible. Es que había que poner límites a la estupidez. Los progres dejaron que todo lo que puede destruir sus sociedades y su modo de vida fuera permitido. No aprendieron a poner coto a la tolerancia. Como dijo el escritor peruano Luis Alberto Sánchez, "se puede ser tolerante con todo, menos con la intolerancia". La corrección política dejó que los inmigrantes musulmanes, que gozan de los mismos privilegios que cualquier cristiano –cosa que los musulmanes no conceden en sus países a los infieles–, se fuera apropiando de Europa.
Holanda, una de las sociedades con más abiertas, está sufriendo las consecuencias de la estrechez de miras de su población islámica. En vez de ser agradecidos con los que les dan cobijo y la oportunidad de vivir mejor que en África y Medio Oriente, los mahometanos critican, condenan, maldicen, amenazan y atacan a sus anfitriones.
Una de las víctimas de esa prepotencia fue el cineasta Theo Van Gogh, que fue asesinado porque produjo la película Sumisión, en la que denunció el trato inhumano y abusivo dado a las mujeres en las sociedades islámicas.
Como consecuencia de ése y otros crímenes cometidos por los musulmanes, los pacíficos holandeses decidieron proteger su estilo de vida y su vida misma, y los conservadores ganaron las elecciones después de 60 años.
El Partido por la Libertad, de Geert Wilders, que es acusado de xenófobo por la prensa progre debido a que éste es partidario de poner restricciones a la inmigración islamista, obtuvo 24 parlamentarios, el tercer mejor resultado, sólo superado por los socialdemócratas de Job Cohen (30) y los liberales de derecha de Mark Rutte (31).
Wilders produjo la cinta Fitna, donde mostraba la terrorífica islamización de Occidente, así como los atentados de New York, Londres y Madrid, perpetrados por terroristas musulmanes que actuaron obedeciendo al pie de la letra las enseñanzas del Sagrado Corán.
El giro a la derecha no se explica sólo por una cuestión de supervivencia frente a los fanáticos religiosos. Es también resultado de las erróneas políticas socialistas, que han disminuido el poder económico de los holandeses, que deben tapar un hueco de 29.000 millones de euros por sustentar, precisamente, a estos desconsiderados inmigrantes, que reciben educación, servicios médicos, vivienda y otros subsidios sin devolver nada positivo a cambio.
En busca de respuestas equilibradas a la crisis económica, y procurando atender con mano firme los problemas inmigratorios, los europeos han elegido gobiernos de tendencia conservadora en Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Bélgica y Dinamarca. Y los partidos de derecha han cobrado fuerza en Gran Bretaña, Austria, los Países Bajos, Bulgaria, España y Hungría.
Los europeos están retornando al capitalismo tradicional, para ponerse a la par de los chinos y rusos, que les están ganando de mano. Al mundo pensante no le quedan dudas de cómo se produce la riqueza y se alcanza el bienestar. Los únicos atrofiados que todavía veneran a Marx, y para colmo se consideran vanguardistas, están en Sudamérica. África sigue en el tribalismo.
El espacio resbaladizo donde los europeos están haciendo sus primeros experimentos –de ahí que todavía no sepan cómo desenvolverse– es el relacionado con el problema islámico. Chinos y rusos, ahí, obran sin mucha cortesía. Cuando surge algún conflicto con los musulmanes, operan como ellos y los vuelan en pedazos. Así hicieron en Xinjian con los uigures y en Chechenia.
En Latinoamérica, siempre nadando contra la corriente, al tiempo que en Europa buscan poner freno a los invasores islamistas, los preclaros Lula, Chávez, Morales y Correa les están abriendo las puertas.
© Diario de América
La caída de los socialistas era predecible. Es que había que poner límites a la estupidez. Los progres dejaron que todo lo que puede destruir sus sociedades y su modo de vida fuera permitido. No aprendieron a poner coto a la tolerancia. Como dijo el escritor peruano Luis Alberto Sánchez, "se puede ser tolerante con todo, menos con la intolerancia". La corrección política dejó que los inmigrantes musulmanes, que gozan de los mismos privilegios que cualquier cristiano –cosa que los musulmanes no conceden en sus países a los infieles–, se fuera apropiando de Europa.
Holanda, una de las sociedades con más abiertas, está sufriendo las consecuencias de la estrechez de miras de su población islámica. En vez de ser agradecidos con los que les dan cobijo y la oportunidad de vivir mejor que en África y Medio Oriente, los mahometanos critican, condenan, maldicen, amenazan y atacan a sus anfitriones.
Una de las víctimas de esa prepotencia fue el cineasta Theo Van Gogh, que fue asesinado porque produjo la película Sumisión, en la que denunció el trato inhumano y abusivo dado a las mujeres en las sociedades islámicas.
Como consecuencia de ése y otros crímenes cometidos por los musulmanes, los pacíficos holandeses decidieron proteger su estilo de vida y su vida misma, y los conservadores ganaron las elecciones después de 60 años.
El Partido por la Libertad, de Geert Wilders, que es acusado de xenófobo por la prensa progre debido a que éste es partidario de poner restricciones a la inmigración islamista, obtuvo 24 parlamentarios, el tercer mejor resultado, sólo superado por los socialdemócratas de Job Cohen (30) y los liberales de derecha de Mark Rutte (31).
Wilders produjo la cinta Fitna, donde mostraba la terrorífica islamización de Occidente, así como los atentados de New York, Londres y Madrid, perpetrados por terroristas musulmanes que actuaron obedeciendo al pie de la letra las enseñanzas del Sagrado Corán.
El giro a la derecha no se explica sólo por una cuestión de supervivencia frente a los fanáticos religiosos. Es también resultado de las erróneas políticas socialistas, que han disminuido el poder económico de los holandeses, que deben tapar un hueco de 29.000 millones de euros por sustentar, precisamente, a estos desconsiderados inmigrantes, que reciben educación, servicios médicos, vivienda y otros subsidios sin devolver nada positivo a cambio.
En busca de respuestas equilibradas a la crisis económica, y procurando atender con mano firme los problemas inmigratorios, los europeos han elegido gobiernos de tendencia conservadora en Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Bélgica y Dinamarca. Y los partidos de derecha han cobrado fuerza en Gran Bretaña, Austria, los Países Bajos, Bulgaria, España y Hungría.
Los europeos están retornando al capitalismo tradicional, para ponerse a la par de los chinos y rusos, que les están ganando de mano. Al mundo pensante no le quedan dudas de cómo se produce la riqueza y se alcanza el bienestar. Los únicos atrofiados que todavía veneran a Marx, y para colmo se consideran vanguardistas, están en Sudamérica. África sigue en el tribalismo.
El espacio resbaladizo donde los europeos están haciendo sus primeros experimentos –de ahí que todavía no sepan cómo desenvolverse– es el relacionado con el problema islámico. Chinos y rusos, ahí, obran sin mucha cortesía. Cuando surge algún conflicto con los musulmanes, operan como ellos y los vuelan en pedazos. Así hicieron en Xinjian con los uigures y en Chechenia.
En Latinoamérica, siempre nadando contra la corriente, al tiempo que en Europa buscan poner freno a los invasores islamistas, los preclaros Lula, Chávez, Morales y Correa les están abriendo las puertas.
© Diario de América
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