Luis María Anson
A José Luis Carod Rovira no le llega la corona de espinas al cuerpo. Se fue a la isla de Futuna, Oceanía, a recoger una nueva lanza para eludir la final de la Eurocopa que ganó España. La puta España, que venció luego en los diez partidos de clasificación para el Mundial. La putísima España, que figura entre las favoritas en Sudáfrica y que tiene pegados al televisor a todos los catalanes. Carod Rovira está consternado. Mariano Rajoy, que es hombre piadoso, le ha ofrecido los servicios de dos psiquiatras ilustres, amigos de Dolores y Soraya, para que traten la depresión profunda en que está sumido el dirigente repudiado de ERC.
Con todo, lo que más revienta a José Luis Carod Rovira es el auge del idioma castellano. De las 32 naciones que han llegado a la fase final del campeonato mundial de fútbol, siete tienen la desfachatez de exhibir como idioma oficial el español, otras siete el inglés y cuatro el francés. España, México, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Honduras hablan español. En Estados Unidos, Australia, Inglaterra, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Nigeria y Ghana el idioma oficial es el inglés. Francia, Suiza, Camerún y Costa de Marfil son francófonas.
Como idioma internacional, el inglés encabeza el mundo y tal vez represente un 70% entre las lenguas de comunicación a escala global. El español ocupa un destacado segundo lugar. El chino no es un idioma internacional y el enjambre dialectal desdibuja el habla amarilla, aunque todos escriban igual. En español se expresan 450 millones de personas. Como idioma nativo, la lengua de Quevedo y Borges, de Calderón y Marsé, es ya la primera del mundo. Estados Unidos se ha encaramado como segundo país por número de hispanohablantes tras México. Además, los estudiantes de español en escuelas y universidades norteamericanas suman más que aquellos que aprenden el resto de los idiomas: francés, alemán, italiano, portugués, árabe, japonés... En Brasil, con cerca de 200 millones de habitantes, el estudio del español es obligatorio y en algunas zonas de aquella gran nación se habla el 'portuñol'. En países como Alemania, Suecia o Japón, el idioma que se estudia, tras el inglés, es el español. La lengua de Cervantes ha desplazado a la de Víctor Hugo.
El Mundial de fútbol refleja la realidad. Sin restar un ápice a la superioridad del inglés como lengua internacional -es el latín del siglo XXI-, el idioma oficial del 21% de las naciones que compiten en Sudáfrica es el español, equiparándonos en ese porcentaje al inglés.
Carod Rovira, que lucha como una pantera de Java para erradicar el castellano de Cataluña, con gravísimo perjuicio para las nuevas generaciones de catalanes, no puede soportar el españolismo provocado por el Mundial y ha decidido viajar gratis total durante estos días a la isla de Kiribati, en el Pacífico, donde no hay catalanes viendo cómo juega España en Sudáfrica. Bueno, todavía no es seguro el territorio elegido porque al dirigente de ERC le han tentado con Vanuatu y con Tuvalu, donde los artesanos indígenas fabrican lanzas más lujosas y penetrantes. Y, claro, el hombre espinado, al que dentro de cuatro meses se le termina el chollo de los viajes gratis total, duda entre recluirse en Kiribati, en Vanuatu o en Tuvalu. Yo le recomendaría Nauru o, mejor aún, Guam. Allí podría aprender el idioma nativo, el chamorro, y se sorprendería al comprobar con qué lengua se entrevera el habla de los guamaníes.
El Mundo
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