domingo, 6 de junio de 2010

¿Saldremos de ésta?

José María Carrascal

ES la pregunta que me hace la mayoría de cuantos se me acercan mientras firmo en la Feria del Libro. Poniéndome en un apuro, pues es la pregunta que me hago yo. Si España fuera un país normal, no tendría duda: saldremos porque las naciones no se suicidan. Pero España, por desgracia, no es un país normal, España es diferente, como rezaba con ligereza el eslogan turístico, y parece sentir una atracción irresistible hacia el abismo, al borde del cual volvemos a estar.
Lo normal hubiese sido montar un gobierno de coalición en cuanto se notaron los primeros síntomas de la gran crisis. ¿Pero cómo iba a montarse un gobierno de coalición con un gobierno que no reconocía la existencia de la crisis? Les ahorro la salmodia de todo lo ocurrido desde entonces, para situarnos en el momento presente y pregunto: ¿es Zapatero el hombre capaz de sacarnos del pozo, después de meternos en él? Pues junto a la crisis mundial, existe una crisis específicamente española, que redobla su peligro, y espero que a estas alturas nadie lo niegue, ya que sería seguir cerrando los ojos a la realidad.
Mi respuesta a esta pregunta puede extrañar, pero los años me han enseñado que nadie puede tomar medidas de excepción como quien se halla en el extremo opuesto al espíritu de tales medidas. Se lo digo con un ejemplo: el único presidente norteamericano que podía establecer lazos con la China comunista después de las amargas experiencias de Corea y Vietnam era un anticomunista declarado como Nixon. A cualquier otro le hubieran crucificado.
Del mismo modo, Zapatero puede hacer los recortes que España necesita para salir de la crisis y nos están exigiendo las instituciones internacionales, por saber todos que no lo hace por gusto ni por razones electorales, sino por el bien del país.
Pero para hacer eso se necesitan dos cosas: sentido de Estado y patriotismo. Algo que José Luís Rodríguez Zapatero ha demostrado no tener. Toda su función de gobierno se ha cifrado en negar la España opuesta a la suya y en tomar medidas que demostraban un total desconocimiento de la economía, de las finanzas y de las relaciones internacionales. En realidad, lo único que ha hecho, desde la negociación con ETA al manejo de la crisis, pasando por el Estatuto catalán, ha sido crear problemas para intentar luego remediarlos. Sin lograrlo.
Si fuera un verdadero estadista y un auténtico patriota, haría esas reformas. Perdería posiblemente las próximas elecciones, pero pasaría con nota a la historia. Pero dudo que lo haga. Más bien le veo seguir como hasta ahora, amagando y no dando, haciendo que hace, tratando de engañar a los extranjeros como ha engañado a los españoles y esperando que la buena estrella que le llevó a La Moncloa vuelva a brillar. O sea, que no saldremos de ésta. Lo siento.

Vía ABC

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