No sé ustedes, pero yo tengo una sensación de estar presenciando un cataclismo como nunca imaginé que podría llegar a tener. Es que ni siquiera sé cómo definir la forma en que este país se descompone, ya no encuentro palabras para dar cuenta de la realidad, y todavía nos queda por asistir a lo peor que será el momento en el que se produzca eso que llevamos semanas intentando evitar, es decir, la quiebra del sistema. Y va a ocurrir.
El único anuncio positivo lo hizo el otro día Ángela Merkel al recordarnos que podemos echar mano del fondo de salvación de estados fallidos que ha puesto en marcha el FMI. El nuestro es un estado fallido, un país al que cada día que pasa le cuesta más -en ambos sentidos- pagar sus crecientes deudas, y que para hacerlo tiene que seguir endeudándose, atrapado en una espiral diabólica que nos conduce irremediablemente al peor de los abismos. No hay una sola semana que no sea un sobresalto permanente, y ni siquiera las victorias de la Roja nos van a salvar de la depresión colectiva -aunque ayuden a aliviarla un poco-, sobre todo si al Gobierno se le ve tanto el plumero cuando pone el Consejo de Ministros para aprobar la reformita el mismo día que se estrenó España en el Mundial. Qué pensaban, ¿qué no íbamos a darnos cuenta de su nueva ciscada?
No, verán, esto solo tiene arreglo el día que a Rodríguez le demos una patada en salva sea la parte y se largue con viento fresco. Pero, lejos de eso, los paniaguados siempre dispuestos a sostenerle aun a costa de arruinarnos a todos, han echado mano de los recursos de siempre, es decir, Franco, la Iglesia y el PP. Por un lado los Almodóvar, Bardem y compañía aparecen tocando de nuevo las bowlings con un vídeo sobre los represaliados del franquismo… Pero, oigan, ¿nos pueden dejar en paz ya de una vez con su maldita nostalgia del pasado, que parece que aquí no hayan pasado ya casi cuarenta años desde que acabó la dictadura? Si es que llevamos de democracia casi el mismo tiempo que nuestros padres tuvieron que soportar al general, ¿qué vienen estos plastas a contarnos de nuevo? ¿Es que no saben hacer nada de provecho si no es recurriendo siempre a la puñetera revancha? Y seguro que, encima, han pedido una subvención para hacer el vídeo y lo hemos pagado con el dinero de nuestro bolsillo, que digo yo que los pensionistas y los funcionarios se van a poner locos de contentos.
Por otro lado, el propio Gobierno nos amenaza con eso que llaman Ley de Libertad Religiosa, que ni es de libertad ni es religiosa porque lo primero que hace es prohibir, prohibir y prohibir, luego poca libertad cabe extraer de ahí, digo yo. La ley se concibe como un nuevo elemento de polémica y de confrontación… Un texto que, según la filtración hecha a El País, equipara a la Iglesia Católica con otras confesiones como los mormones, ortodoxos, musulmanes, todas ellas de “indudable arraigo” en nuestro país, y que está redactado sin duda alguna con ánimo de provocación. O eso o el legislador es imbécil, y a mí no me cabe duda de que sabe muy bien lo que se hace. De lo que ya no estoy tan seguro es de que el asunto le sea tan rentable como le fue en el pasado. Esta sociedad está bastante cabreada, y perdón por la expresión, lo suficiente como para no aceptar nuevos motivos de polémica y Rodríguez ya se ha manifestado como un presidente incapaz de resolver los problemas que tenemos, pero perfectamente capaz de crear otros nuevos, y esa imagen ya se ha impreso en el imaginario colectivo.
Política del aislamiento
Franco, la Iglesia, y el PP. Como no podía ser de otra manera, los paniaguados y los plumillas al servicio del Pensamiento Único han vuelto a tomarla con el principal partido de la oposición por, según el argumentario socialista, no arrimar el hombro o, dicho de otro modo, contribuir al incendio ahora que España se quema… ¡Manda huevos! O sea que la culpa no la tiene el que ha incendiado España, sino el bombero al que todavía no ha llamado nadie para que apague el incendio. Cosas veredes, amigo Sancho. Si no fuera porque Rajoy se ha pasado estos dos años ofreciéndole a Rodríguez su mano para luchar juntos contra la crisis, uno creería que el PP es algo así como el anticristo de la política española y Rodríguez una especie de San Agustín tentado por Satanás. Pero la realidad es que hay que tener cuajo para echarle la culpa al PP, cuando lo cierto es que el único responsable de que haya sido imposible cualquier tipo de acuerdo con Rajoy se llama José Luis Rodríguez Zapatero. Él, y sólo él, ha optado por la política del aislamiento del principal partido de la oposición, política que, como ahora se está viendo, ha tenido unos resultados nefastos.
El Confidencial
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