jueves, 23 de diciembre de 2010

Nueva ortografía del castellano


Nueva Ortografía del castellano
Alejandro Feijóo
La Ortografía de la lengua española sufre una revisión, que no una reforma, de carácter panhispánico avalada esta vez por las veintidós academias de la lengua de Cervantes.

La nueva ortografía del castellano no es nueva. Pero el oxímoron tiene su explicación, puesto que la publicación que se espera para finales de este año no crea reglas nuevas sino que “las explica con todo detalle”, según puntualiza el director de la Academia mexicana, José Moreno de Alba. De este modo se zanja una polémica algo artificial (y muy inflamada desde las redes sociales) acerca de los supuestos cambios que se introducirían en la obra que rige los designios ortográficos de nuestra lengua.

La difusión en los medios de una catarata de supuestos cambios ortográficos aprobados por la Comisión Interacadémica en San Millán de la Cogolla (La Rioja) puso en guardia a escritores, periodistas y lectores (e, incluso, a algunos académicos), quienes reaccionaron ante lo que se consideraba una intromisión rectora que atentaba contra usos asentados de la lengua.

Las aguas, finalmente, bajaron calmas y el próximo 17 de diciembre los Príncipes de Asturias presentarán la primera edición “rigurosamente panhispánica” de la Ortografía de la lengua española. La anterior edición, de 1999, había sido aprobada por todas las academias, pero su redacción había estado a cargo exclusivamente de la Real Academia Española (RAE). Esta nueva entrega comenzó a elaborarse en 2002 y ve la luz con ánimo más explicativo que reformista, y manteniendo ante todo la unidad del idioma.

Sugerencias ortográficas

Al no poder hablar de modificaciones, nos referiremos a las sugerencias o recomendaciones de las academias, algunas de las cuales ni siquiera están relacionadas con la ortografía sino con la onomástica. Así, se invita a denominar “ye” a la “y”, aunque se admite la denominación de “i griega” por su centenaria tradición. Algo similar ocurre con los nombres “be” y “uve” para las letras “b” y “v” ante las denominaciones más usuales en Hispanoamérica, como “be alta” y “be larga” o “be baja” y “be corta”, respectivamente.

Uno de los aspectos que más polémica había despertado en un principio fue la supresión de la tilde en el adverbio “solo” y en los pronombres demostrativos. Tras el ruido generado, las academias han acordado recomendar “vivamente” no ponerles tilde, aunque no considerarán un error escribirlos acentuados. Asimismo, palabras como “guion”, “truhan” o “riais” pierden la tilde por ser consideradas “monosílabas a efectos ortográficos”.

Al hilo de esta discusión cabe recordar que la RAE eliminó la tilde al adverbio “solo” en todos sus escritos oficiales en el año 1959, y que el riesgo de ambigüedad es prácticamente inexistente, puesto que el contexto suele resolver las dudas. Además, los cambios en la lengua no son un “invento” moderno, sino que forman parte intrínseca de un cuerpo que sufre constante innovaciones (casi tantas como agresiones, en especial en los medios de comunicación). Así, hubo años en los que el adverbio “ahora” se escribía “ahóra”, y que mucho antes de la Ortografía existió la “Ortographía”.

La próxima publicación de la Ortografía coincide con un cambio en la dirección de la Academia. Tras doce años como máximo responsable de la RAE, Víctor García de la Concha abandona su cargo sin que aún se conozca el nombre de su sucesor. Los nombres más citados para reemplazarle son los de Darío Villanueva y José Manuel Blecua.
       

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