jueves, 8 de abril de 2010

Los primeros humanos evolucionaron de forma muy lenta

SEGÚN REVELA UNA NUEVA ESPECIE DE AUSTRALOPITHECUS

Dos estudios publicados esta semana en 'Science' describen las características físicas de una nueva especie de homínido, así como el ambiente en el que vivió y murió. El denominado 'Australopithecus sediba' tenía una estructura ósea similar a la de las primeras especies Homo a la que pertenecen los humanos modernos, pero según los investigadores la empleó más como lo hubiera hecho la famosa Australopithecus Lucy.

Australopithecus sediba

Los nuevos fósiles han sido descubiertos en un sistema de cuevas de Sudáfrica y representan, sin embargo, un homínido que apareció un millón de años más tarde que Lucy. Sus características implican que la transición de los primeros homínidos al género Homo se produjo en fases muy lentas, con varias especies similares a los Homo que aparecieron antes.

Según ha explicado Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo (Sudáfrica) y director del estudio, "esta nueva especie comparte más características derivadas con los Homo iniciales que cualquier otra especie de australopithecus conocida y por ello representa un posible ancestro del género o un grupo hermano de un ancestro cercano que persistió durante algún tiempo después de la primera aparición del 'Homo'".

Los científicos descubrieron los dos esqueletos parciales en depósitos de una cueva en Malapa, Sudáfrica, y analizaron los restos, entre los que se incluían la mayor parte de un cráneo, la pelvis y el tobillo de la nueva especie. Los dos individuos, una hembra adulta de entre 28 y 32 años y un varón joven de entre 10 y 13 años, tienen entre 1,95 y 1,78 millones de años y han sido encontrados juntos en una parte del sistema cavernario que se había mantenido protegida de los animales carroñeros, por lo que se encuentran bien conservados.

La especie tenía brazos largos, como un simio, manos fuertes y cortas, una pelvis muy avanzada y largas piernas capaces de caminar y correr como un humano, además es probable que hubiera podido escalar.

"Se estima que tenían alrededor de 1,27 metros, aunque el niños podría haber crecido más. La hembra probablemente pesaba 33 kilogramos y el niño unos 27 kilogramos en el momento de su muerte. El tamaño del cerebro del joven era de entre 420 y 450 centímetros cúbicos, lo que es pequeño, en comparación con el cerebro humano que alcanza entre los 1.200 y 1.600 centímetros cúbicos, pero la forma del cerebro parece ser más avanzada que la de los australopithecus", ha explicado Berger.

Los investigadores describen las características físicas de los homínidos, subrayando las especiales características de la pelvis y los dientes pequeños que comparten con las primeras especies 'Homo'. Así según su físico, los autores sugieren que la nueva especie descendía del 'Australopithecus africano' y que la apariencia del homínido manifiesta los inicios del caminar y correr más eficaz en términos energéticos.

El nombre 'sediba' significa 'fuente' o 'manantial'en el lenguaje Sotho que se habla en Sudáfrica y los investigadores creen que los nuevos fósiles podrían proporcionar una rica información sobre los orígenes humanos. Por el momento, estos nuevos fósiles dejan claro que la transición evolutiva de los ancestros de cuerpos pequeños, y quizás habitantes de los árboles, hacia los cuerpos de mayor tamaño y bípedos se produjo en fases graduales.

"Estos fósiles nos proporcionan una detallada visión de un nuevo capítulo de la evolución humana y suponen una ventana a un periodo crítico en el que los homínidos realizaron el cambio de la dependencia de la vida en los árboles a la vida en la tierra. El Australopithecus sediba parece presentar un mosaico de características que le muestran como un animal cómodo en ambos mundos", ha añadido Berger.

UNA TRAMPA NATURAL

El otro estudio, dirigido por Paul Dirks de la Universidad James Cook en Townsville (Australia) y en el que participan investigadores de todo el mundo, analiza el sistema de cuevas de Malapa, data los depósitos fósiles y describe el ambiente geológico y ecológico en el que pudo vivir el 'Australopithecus sediba'.

De esta forma estos investigadores han identificado en la cueva los fósiles de al menos 25 especies de animales, incluyendo felinos de dientes de sable, un gato montés, una hiena parda, un perro salvaje, antílopes y un caballo. Las cuevas de Malapa no se distribuyen de forma aleatoria sino que se encuentran en zonas de fracturas que atraviesan el paisaje. Están constituidas en su mayoría por cuarzo, sílice, dolomita y peloides, aunque también existe óxido de hierro, pizarra y feldespato en las rocas.

Los autores sugieren que las cuevas tenían decenas de metros de profundidad cuando se depositaron los fósiles de 'Australopithecus sediba' y proponen que la zona habitable de la cueva pudo haber servido como una trampa mortal para los animales que buscaban agua dado que el área en la que vivía sediba experimentaba una severa sequía.

Vía Cope

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