martes, 10 de marzo de 2009

Carta de una madre

Queridos todos: Me voy. Volveré cuando sepáis dónde están guardadas las bolas de naftalina, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno de vosotros, cuando seáis capaces de descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logréis reprimir el impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel higiénico. Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir.

Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.

Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo, seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de omnipresente para que me queráis más.

Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que hago es para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros como para mí. Es una trampa para todos.

Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la compra a salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo por eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñaros a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.
Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no tenga camisa planchada que ponerse.

La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.

Cuando encontréis la naftalina no dejéis de avisarme. Seguro que para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena. Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor. Besos.

Besos, mamá.


C. de Santos - "Ser Humano"

Del blog Salon de sol en el dia de la mujer trabajadora

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si mucho mejor irse, porque si no te vas corres el peligro de que a pesar de que has intentado que a tus hijos no les falte nada, que lleguen más alto de lo que tú su madre llegaste, que sean personas de bien y autónomas , que puedan irse de casa cuanto antes si lo desean, aún así corres el peligro de que te escriban poemas como ese


Poema a la madre sobreprotectora


Yo quiero yo quiero
estar siempre con mi hija,
somos un solo ser,
madre e hija.
Ella es mi amiga,
mi confidente, mi psicóloga,
qué más puedo querer,
es mi hija y es mía
y así tiene que ser.
Yo quiero yo quiero
que vivamos siempre juntas,
que me cuide y me acompañe
que para eso la crié.
Me debe todo lo que és,
nada es sín mí
ni nada va a ser.
Me necesita y yo a ella también,
sin ella me muero
y si no
gritaré y lloraré
y hasta me suicidaré.
Porque mi hija y yo somos uno,
lo suyo es mío y lo mío es suyo,
donde quiera que vaya allí estaré
aunque no quiera ella,
siempre con ella viviré...
o lloraré y lloraré
y hasta me suicidaré.
Estaré en cada momento de su vida,
gracias a mí vivirá,
sin mí no habrá vida
y sin mí nada logrará.
Cuanto nos queremos
mi hija y yo,
estamos unidas por un gran amor
que nadie puede romper;
ella dice que la agobio,
llora y me chilla
porque quiere vivir sin mí;
no impoorta, ya se le pasará,
es imposible que quiera
esa asquerosa libertad.
Soy su madre,
me pertenece
y conmigo tiene que estar.
YO QUIERO YO QUIERO
que vivamos siempre unidas
porque así la puedo proteger...
dice que yo la enfermo
pero eso no puede ser,
eso sucede por vivir
sin quererme tener.