
Sin embargo, esta sombra quedó compensada por el papel que España puede jugar en el futuro como posible miembro de un G-20 ampliado. El presidente brasileño, Lula da Silva, propuso la incorporación a este grupo de España y un país emergente -que no especificó- de cara a la segunda cumbre que, según se acordó ayer, se celebrará el próximo 30 de abril. No cabe duda de que si el G-20 se convierte en G-22 y nuestro país pasa a formar parte de este club, el Gobierno de Zapatero habrá logrado un éxito importante.
La visita a Washington, aunque breve, ha sido la salida internacional más fructífera de su mandato. Zapatero logró in extremis la foto que se le había resistido durante los casi cinco años que lleva en el Gobierno. En el crepúsculo de su Presidencia, Bush le recibió en la puerta de la Casa Blanca, e incluso le llamó «amigo». Una imagen que fue portada en todos los medios y en la que el presidente del Gobierno aparecía visiblemente satisfecho. Sin embargo, no hay felicidad completa, porque según una encuesta del Financial Times, Zapatero es el gobernante europeo cuya gestión de la crisis concita más rechazo entre sus propios ciudadanos.
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