La indefensión de un pueblo gobernado por sátrapas injustos
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En estos tiempos de crisis, quizás la peor tragedia para el ciudadano es estar gobernado por incompetentes que se consideran con derecho a decidir sobre la vida ajena, algo que suelen hacer siempre sin eficacia, con injusticia y sin tocar sus propios privilegios. La experiencia está demostrando que lo peor de la crisis son, sin duda, los políticos que malgobiernan la nave.
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¿Quien restituye a la atleta Marta Dominguez su honor y su fama, destruidos por una falsa acusación policial y por un politizado y partidista despliegue mediático, con las cámaras del telediario previamente convocadas? España es un país donde el abuso y la injusticia campean y dominan la existencia de los ciudadanos, que se sienten abandonados por un poder político arbitrario y despreciados por la Justicia y las fuerzas de seguridad.
Las cámaras de televisión fueron previamente avisadas para que cubrieran con detalle y prioridad la detención de Marta Dominguez, a la que el mismo Rubalcaba, hoy esperanza de los socialistas y candidato a presidir el gobierno de España, acusó falsamente de haberse dopado. Después, la Justicia le exime de toda culpa, pero la atleta queda marcada y dañada por las acusaciones, sin que nadie le haya pedido disculpas.
¿Cuantos han sido detenidos por la policía ante las cámaras de televisión y después dejados en libertad porque eran inocentes? Muchos, demasiados, mientras que los políticos y altos mandos policiales que avisaron a ETA de que iba a sufrir una redada permanecen sin castigo. Los que han endeudado a España por tres o cuatro generaciones, los que han sembrado las calles de pobres y desempleados, los que se han enriquecido sin poder justificarlo, los que han cobrado comisiones en nombre de los partidos, los que han beneficiado a su familia y a sus amigos con dinero público, los que han marginado al adversario, los que han trucado concursos y oposiciones para beneficiar a los suyos y los que han comprado votos y voluntades con el dinero de todos permanecen sin castigo en un país claramente dominado por sátrapas.
Hay decenas de miles de casos de indefensión y de injusticia que atraviesan el mapa de España, llenando de desasosiego y dolor a una ciudadanía desprotegida y despreciada por la clase política gobernante. Pongamos algunos ejemplos simples:
El gobierno, presionado por el candidato Rubalcaba, acaba de imponer a los españoles un impuesto injusto y obsoleto como el del Patrimonio, sin que a los ciudadanos les quede otra salida que pagarlo y acumular odio contra los opresores.
Las administraciones públicas exhiben su condición delictiva al esconder en los cajones facturas que no pagan, causando con esa actitud la ruina a miles de empresas y provocando destrucción de empleo y del tejido productivo español.
El nacionalismo catalán prohibe las corridas de toros sin otra explicación que desligar a Cataluña de todo lo que tenga sabor español, despreciando el criterio de los amantes de la tauromaquia y a pesar de que es probable que los alto tribunales anulen la decisión caprichosa de la Generalitat.
En los cuarteles de la policía se acumulan miles de denuncias, mientras que decenas de miles de ciudadanos ya no denuncian los delitos y agresiones que padecen porque la misma policía les disuade y les dice que no pueden hacer nada contra los delincuentes porque los jueces los sueltan. Quizás lo hacen porque las cárceles ya están llenas o porque alimentar a los presos es un lujo en estos tiempos de crisis.
El papa Benedicto XVII acaba de calificar de "cuadrillas de bandidos" a aquellos políticos que se consideran fuentes del derecho, que gobiernan y lesgislan según su capricho, sin tener en cuenta los dictados de la naturaleza y la razón.
Los delitos de los servidores del Estado permanecen sin castigo y cada día son más impunes los políticos corruptos que no pueden justificar su riqueza, mientras que un simple ciudadano es condenado a prisión por robar un jamón, acuciado por el hambre.
El pueblo está indefenso y sometido ante un poder político que ha olvidado que está al servicio del ciudadano. Las calles se llenan de gente que deambula entre la pobreza, la tristeza y la desesperación, mientras que los políticos continúan con sus altos sueldos y privilegios intocables.
El que nos construyen nuestros políticos es un mundo injusto que no merece respeto y cuyos dirigentes han contraído una enorme deuda con la Justicia, la equidad y la decencia, una deuda que el pueblo cada día tiene más ganas de cobrarse, cueste lo que cueste.
A pesar de la profunda e inmensa injusticia que rige en la sociedad española, donde el foso que separa a ricos y pobres es cada día más amplio y en la que los políticos son poderosos, ricos e impunes, muchos ciudadanos, esclavos e imbéciles, se disponen a acudir a las urnas para renovar su "confianza" en los mismos que nos han envuelto en la miseria, la podredumbre, la pobreza y la indignidad.
El próximo 20 de noviembre, más que una jornada electoral, España protagonizará una solemne jornada de ratificación de la esclavitud ante la casta dominante. De www.votoenblanco.com
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