domingo, 5 de julio de 2009

El problema no es Cataluña, sino los de aquí.

Hay un pliego de agravios contra Cataluña que viene de lejos que es, si se me permite la expresión, “histórico” y es “histórico” porque es recurrente y es recurrente porque está dentro de la lógica de la geopolítica y de la política a secas. Cataluña, como entidad política, no existe cuando se produce la Conquista de Jaime I ni tampoco existe como entidad soberana cuando el nefasto Pedro IV de Aragón liquida físicamente a nuestros monarcas y a nuestro Reino e inaugura el largo y ominoso periodo de la Deuda como castigo a los mallorquines que pesará durante siglos como una losa sobre nuestra economía y hasta sobre el hambre de los isleños agobiados por las exigencias de los acreedores. No existe Cataluña como entidad soberana ni con Jaime I ni con Pedro IV, pero si existen los catalanes que participan de forma decisiva en la aventura de la Conquista y existen los catalanes que serán los detentadores de la Deuda Pública que agobiará a los mallorquines durante siglos.

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2 comentarios:

Unknown dijo...

"Cataluña, como entidad política, no existe..." ¿Entonces qué era el condado de Barcelona -que fue aglutinando, además, a los demás condados catalanes-? Porque no se llamase Cataluña no quiere decir que no tuviera -que la tenía- tanta soberanía política como el reino de Aragón (aparte de que Aragón y Cataluña se vinculan dinásticamente cuando el rey aragonés Ramiro SOLICITA AYUDA al poderoso conde catalán Ramón Berenguer IV. Es muy fácil hablar de "pancatalanismo" y no ver el "pancastellanismo" o "panespañolismo" que no soporta nada que no sea intrínsecamente español (y en español).

mare nostrum dijo...

No existía Cataluña y el condado de Barcelona no es una nación ni un Estado.
Y lo de que fue aglutinando al resto de condados tampoco es exacto.
Cataluña ni existía ni existe como nación ni como Estado. No ha existido nunca por mucho que lo repitan.
Y quererar enfrentar el pancatalanismo con el pancastellanismo en relación de igual a igual es de ilusos y de soñadores decimonónicos, rancios y casposos. Y lo del pan-castellanismo no lo emplea nadie, solo algunos ignorantes catalanistas de última hornada, o sea, los carotas.
Teresa Puerto te lo dirá mejor que yo y también Antoni Alemany, claro.