domingo, 28 de junio de 2009

Cabrera, el paraíso del mero

El Oceanográfico, junto a la dirección general de Pesca, estudia en el parque nacional las 3 especies de ´anfós´ de estas aguas aguas




I. OLAIZOLA. PALMA. "Es una especie muy curiosa y amistosa. Ejemplares de gran tamaño se nos acercaban para que les acariciásemos el lomo. Y es que no hay ningún otro lugar como Cabrera para estudiar dónde viven y cómo se reproducen los grandes serránidos. En otros lugares del litoral mallorquín son más precavidos y mantienen las distancias, sin lugar a dudas porque son la especie más apreciada y perseguida por los pescadores submarinos".
El sueño de todo pescador lo han vivido Olga Reñones y Salud Deudero, dos investigadoras del Centro Oceanográfico de Balears que forman parte de un equipo liderado por Raquel Goñi que, en colaboración con la dirección general de Pesca, estudia los hábitats del mero en Cabrera desde que este archipiélago fue declarado parque nacional.
El objetivo de estos estudios, conocidos como proyecto Epimhar, son identificar los hábitats esenciales de la población juvenil y adulta de la especie más común de mero, el conocido popularmente en mallorquín como anfós (Epinephelus marginatus), así como de las otras dos especies de este pescado presentes en las aguas baleares: el anfós llis (Epinephelus costae) y el anfós bord o gitano (Mycteroperca rubra).
Lo que se persigue es evaluar las medidas de gestión para proteger la especie. Determinar qué hábitats son sus preferidos con vistas a futuras protecciones de otras zonas del litoral mallorquín. "Hemos determinado que prefieren zonas con sustratos rocosos en pendiente y con corrientes de agua. De jóvenes se alimentan básicamente de crustáceos y en la edad adulta su dieta pasa por los cefalópodos y algunas especies de peces", cuenta Reñones que indica que, al contrario que en el Caribe, "aquí los meros son bastante sedentarios, no migran en su época de reproducción, de finales de junio a principios de septiembre".
Los llis son más nadadores y, como los gitanos, están menos ligados a los fondos rocosos que el anfós, que suele vivir más anclado al sustrato y tiene una pigmentación más marrón, aclaran las científicas.

Hermafroditas

Tanto el anfós como el llis son hermafroditas, es decir, cambian de sexo y durante los primeros años de vida son hembra y después macho. "No está tan claro, como corrientemente se pensaba, que el especimen dominante del grupo fuera macho y que, a su desaparición, la hembra más grande cambiara de sexo y se hiciera cargo del harén, porque hay ejemplares femeninos muy grandes y longevos. La capacidad reproductora de cada individuo podría también determinar su cambio de sexo dependiendo de las necesidades de procreación del grupo. También los hay que tienen una incapacidad genética para mudar de sexo de la misma manera que se dan casos de solterones, machos solitarios que no están acompañados del habitual grupo de hembras", revelan.
Lo que tienen claro ambas científicas es que habría elevar la talla mínima de captura de esta especie (establecida en la actualidad en los 45 centímetros) y lo sustentan con un dato: "el 50% de las hembras no son maduras sexualmente hasta los 50 centímetros".
Muchas incógnitas sobre la biología de esta especie emblemática del Mediterráneo pueden aclararse en Cabrera, un paraíso en el que se puede observar a estos animales salvajes en su hábitat, "ver cómo un llis, con la pigmentación blanca de su época de reproducción, protege a sus hembras con una forma de nadar oblicua muy agresiva o al anfós que se aparea subiendo entrelazado con su hembra desde las profundidades hasta la superficie liberando su esperma", rememoran las investigadoras imágenes inolvidables vistas en las aguas cristalinas del archipiélago de Cabrera.

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