Es imposible decir más falsedades con peor intención en menos espacio
EL MUNDO contestará mañana con todo detalle al inaudito editorial conjunto con el que 12 periódicos catalanes tratan de presionar hoy al Tribunal Constitucional, pero una primera lectura arroja la inmediata conclusión de que es imposible acumular más falacias en menos espacio. Estos colegas aseguran que «los acontecimientos han empujado a actuar al TC como una cuarta cámara», confrontando al Alto Tribunal con el Congreso, el Parlament y la «voluntad de los ciudadanos libremente expresada en las urnas». Falso: el TC cumple la función institucional que precisamente le han encomendado los millones de ciudadanos que votaron la Constitución. Por cierto, muchos más que los que respaldaron el Estatut. También alegan que «una parte significativa del Tribunal parece estar optando por posiciones irreductibles». ¿Sólo son «irreductibles» aquellas posiciones que no tragan con las agresiones a la Constitución incluidas en el Estatut? Luego añaden, en el colmo de la hipocresía, que «está en juego… el espíritu que hizo posible la pacífica transición», cuando lo cierto es que han sido los promotores del Estatut, dejando al margen a la media España representada por el PP, los que quebraron ese consenso. Encima, advierten que «lo pactado obliga», soslayando el control de legalidad que es la última obligación de toda sociedad democrática. No, aquí no está en juego «la dignidad de Catalunya», como dicen estos colegas, sino la pretensión de una oligarquía política de controlar a la sociedad catalana a través de un Estatut diseñado para alejarla del resto de España aun a costa de truncar el orden constitucional y el modelo de convivencia democrática.
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