(ABC)A mí me gustaría que el PP ganara las elecciones porque quiero pensar que, si ello fuera así, los niños podrían estudiar en su lengua materna; los ciudadanos que viven en Cataluña tendrían las mismas obligaciones y derechos que los del resto de España y porque, en definitiva, podría detenerse el proceso de Cataluña hacia la independencia.
Mi abandono de las posiciones de izquierda tuvo su razón de ser en mis concepciones sobre la nación española, aunque además hayan tenido gran peso otras causas que tienen que ver con la defensa de las libertades. Todos mis análisis han tenido en cuenta estos objetivos y la carga de melancolía que los ha distinguido se ha debido a la incapacidad de la derecha para saber interpretar con antelación los movimientos de los nacionalistas. El último caso ha sido la aceptación de Rajoy a la propuesta del cambio de modelo autonómico. Concretamente al que iba a afectar a Cataluña. Algunos sabíamos que iríamos de cabeza a un Estatuto anticonstitucional y que su refrendo por la ciudadanía daría pie a que los partidos comprometidos con él lo interpretarían como un hecho definitivo, histórico. En nada podrían compensar los triunfos pírricos (Ferrand dixit) en otras Comunidades. Por todo ello ¿cabe interpretar positivamente la celebración de la convención del PP en Barcelona? Cierto que sus fines eran nacionales pero ¿no habría convenido alguna alusión a la persecución de la lengua común o al escándalo del Estatut? Siempre he pensado que levantar la bandera española en Cataluña sería, además de rentable, necesario. La derecha liberal no puede tener dos agujeros en el País Vasco y Cataluña porque no puede tenerlos España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario