martes, 25 de octubre de 2011

Los Indignados del 15M, protegidos por el PSOE


SE LES HA ADJUDICADO UN IMPORTANTE PAPEL DE DESESTABILIZACIÓN DEL ORDEN EN LAS CALLES

Miguel Massanet Bosch

Es evidente que, en esta España de hoy, la ley es algo que todo el mundo se la puede saltar con plena impunidad sin que las fuerzas del orden, férreamente controladas por el ministerio de Interior –cuyo titular, el señor Camacho, es carne y uña con el anterior titular del ministerio, señor Pérez Rubalcaba –, parezca que hagan otra cosa que mirar, escuchar y callar ya que si, alguno de sus números de la policía, se atreviera a reprender, agredir o molestar a quienes, con toda la desfachatez del mundo, se dedican a perturbar el orden, romper mobiliario urbano, amenazar a los transeúntes o vociferar contra las instituciones; ya sabe que le va a caer “un puro” que, si no tiene suerte, puede llegar a acabar con su carrera. Así las cosas y puesto que, como ya hemos anunciado en otros comentarios, parece ser que esta es una de las tácticas del señor Rubalcaba para intentar ganar apoyos de la izquierda más extrema, de los antisistemas, de los “progres”, de los okupas, de las lesbianas, gays y, finalmente, de los que parece que se han convertido en la niña de los ojos del ex vicepresidente, los famosos impulsores de la revolución del 15M; deberemos concluir que, a todos estos antisistemas, se les ha adjudicado un importante papel de desestabilización del orden en las calles; de ataques verbales y gestuales al principal partido de la oposición, el PP, y de establecer la máxima confusión dentro del electorado, especialmente del indeciso, de modo que vayan calando entre los votantes la especie de que, la llegada al gobierno del señor Rajoy y los suyos, es lo peor que le puede suceder a España aunque, en honor a la verdad, no vemos como pueda alguien empeorar los que los señores del PSOE han hecho de nuestro país en los años que llevan gobernándolo.

Es obvio, y así se ha venido anunciando, que todos estos grupos tienen preparadas algaradas en las calles para todos los días que precedan al de los comicios, 20N, en una repetición de lo que fueron las elecciones de marzo del 2004; cuando, contraviniendo la legalidad y utilizando el recurso de tomar las calles, los partidarios de los socialistas organizaron la de Dios es Cristo, clamando contra el PP por el tema de la guerra de Irak y culpando al partido de Rajoy de ser el culpable de la matanza de Atocha, ocurrida unos pocos días antes. Hay diferencias importantes respecto a aquellas fechas, ya que las circunstancias son distintas, el teatro de operaciones tiene otras características y los que ahora utilizan toda su demagogia, sus habituales “tics” contra la “derechona”, sus recursos dialécticos emponzoñados por la mentira y la sinrazón, no están lo que se dice muy respaldados por la trayectoria de casi ocho años de gobierno, que han constituido, sin paliativos, quizá los peores años de la democracia en España. Hoy en día, no le pueden dar la culpa, aunque lo intentan desde todos los ángulos, al PP, de que España sea uno de los países peor situados ante la crisis, cuya economía y finanzas están en una situación límite y que, desgraciadamente, ya no dependemos de nosotros mismos para poder salir del atasco, sino que nos debemos fiar de lo que decidan en Bruselas respecto a lo que deben hacer con nosotros, debido a que son los que tienen la espita de la financiación de nuestra deuda.

Por eso, nos gustaría que alguien pudiera darnos una explicación afortunada sobre lo que pretenden estos señores del 15M, que comenzaron siendo un grupo de jóvenes airados, reclamando oportunidades de trabajo y declarándose apolíticos y que, en la actualidad han quedado, no se sabe en virtud de que extraña metamorfosis, convertidos en un extraño melting en el que cohabitan, en rara complacencia, personas encanecidas, infiltrados que buscan beneficiarse de las comidas gratuitas, raros predicadores mesiánicos, grupos de alteradores del orden profesionales, violentos, ocupas, jovencitas salidas y todo un lumpen multicultural, que se ha venido añadiendo a algunos seudo intelectuales que presumen de tener la piedra filosofal para que sea el Estado el que, con media España convertida en funcionarios y el resto en parados, pueda levantar una economía a base de apropiarse de los bancos para convertirlos en entes públicos y de convertir la actual democracia en algo parecido a un campamento de hippies en el que, cada facción, pueda imponer a los otros sus propias teorías, sus deseos personales y sus métodos de dirigir la nación; porque, señores, en definitiva en esto se convertiría, si progresaran estas ideas, esta famosa “mayor participación de la ciudadanía en las tareas de gobierno” que parece ser que forma parte, entre otras semejantes barbaridades, de esta famosa hoja de ruta que pretenden que los españoles aceptemos.

Vamos a ver, ¿cuántos pueden llegar a sumar, en España, estos sujetos que, para hacernos propaganda de sus futuras intenciones, cuando, lo que nos van mostrando, es como ocupan las calles sin permiso, organizan manifestaciones sin autorización de la autoridad gubernativa, ocupan el Hotel Madrid como si fuera su casa y destrozan el Teatro Albéniz?, ¿pueden ser 15.000 o 50.000 o 100.000 o, si me apuran, hasta 500.000? Parece que estos que, en número tan escaso, se arrogan la representación del “pueblo”, quisieran amedrentar, no convencer, a los ciudadanos adoptando una actitud beligerante, chulesca y dominante que, a los que peinamos canas, nos hace recordar lo que fueron los albores de la Guerra Civil, cuando bandas de incontrolados, con la inhibición del gobierno de turno, se hicieron dueños de las calles de las grandes ciudades, implantando el régimen del terror. Seguramente, estos Indignados, tendrán una buena explicación para justificar el haber entrado, en la madrugada del Domingo, en una vivienda cercana al Hotel Madrid; llevándose “de recuerdo” dos ordenadores, portátiles, teléfonos móviles y cámaras digitales. Es posible que estos sujetos pensaran en venderlos para ayudar a los pobres, como se dice que se comportaban los “bandidos generosos” al estilo Luis Candelas; pero, sin duda, no sería lo que pensaría los dueños de la vivienda que sufrieron el asalto. ¿Y la policía, y los municipales, y las unidades antidisturbios, dónde estaban? Obedeciendo las órdenes del ministro Camacho, bien resguardaditos detrás de sus escudos, con cuidado de no entorpecer que los Indignados hicieran todas las tropelías que les viniera en ganas.

Estamos, al menos nominalmente, en una democracia (dicen que es el menos malo de los sistemas), elegimos a nuestros representantes para que nos gobiernen a nivel local, autonómico y estatal, y lo hacemos entre todos los votantes, que puede que seamos unos 30 millones de electores. Es obvio que delegamos en unos pocos en los que, en teoría, confiamos para que se ocupen de nuestros asuntos y nos representen internacionalmente; a la par que nos defiendan de quienes se han auto excluido del sistema y pretenden imponer, por medio de la fuerza, sus propias ideas. Si nos equivocamos podemos rectificar cada 4 años y, por ello, es muy importante que antes de dar nuestro voto meditemos bien la responsabilidad de dárselo a aquellos que nos prometen el oro y el moro y, el oro, se lo quedan ellos y el moro, a miles por cierto, nos los endosan a nosotros para que se beneficien de lo que nosotros, los españoles, hemos conseguido tras años de pagar impuestos. Ni 500.000 personas ni un millón tienen la potestad de imponernos su voluntad ni impedir que caminemos tranquilos por las calles. Si quieren intervenir en política que se inscriban, como partido político, concurran a las urnas y acepten las reglas del juego; si no, pues que se callen, desaparezcan y se dejen de boutades, de inventos políticos y de incordiar y perjudicar a la gente, que ya está hasta la coronilla de semejantes pandillas de arribistas. O esta es, señores, mi opinión.

Diario Ya

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