domingo, 11 de octubre de 2009

La crisis ensancha el foso que separa en España a ricos y pobres

La crisis ensancha el foso que separa en España a ricos y pobres

La política del gobierno de Zapatero para hacer frente a la crisis económica, presentada como "solidaria" por la propaganda gubernamental, está teniendo justamente el efecto contrario: acentúa la desigualdad y ensancha el foso que separa a ricos y pobres.

Además de diezmar a las clases medias y de golpear con especial fiereza a los autónomos, pequeños empresarios y comerciantes, muchos de los cuales engrosan las filas de los nuevos pobres, en España la crisis está haciendo más ricos a los que ya eran ricos y más pobres a los que eran pobres.

Hay muchos síntomas que demuestran que los ricos viven en la crisis mejor que nunca. Los fabricantes de coches de lujo apenas notan la crisis y algunas marcas míticas, como Ferrari, venden más coches que nunca, mientras que la ropa de marcas de gran prestigio y las joyas y relojes de alta gama se venden más que nunca, un fenómeno que se manifiesta también el los restaurantes de lujo, cuyas ventas no sólo no se resienten sino que, en muchos casos, se incrementan.

Los expertos creen que la crisis y la política socialista están generando una triste e injusta paradoja: la bajada de los precios enriquece a los ricos y aplasta a los pobres, mientras se incrementan la injusticia social y la desigualdad.

La reciente subida de impuestos aprobada por el gobierno de Zapatero, especialmente cruel con las clases medias y bajas e incapaz de tocar las SICAV, refugio de los grandes capitales, incrementará aun más la desigualdad y hará más ancha la fosa que separa a ricos y pobres en esta España cada día más injusta.

Las ventajas para los ricos son inmensas y no paran de crecer: los bancos les prestan dinero en condiciones preferentes y muchas marcas con necesidad de vender porque sus stocks crecen sin parar, les ofertan sus productos en condiciones muy ventajosas. Los asesores y expertos aconsejan a los pocos empresarios que se atreven a abrir negocios que los orienten hacia los mercados y sectores de alto poder adquisitivo, los únicos que están consumiendo e inviritendo con alegría.

El panorama es diametralmente opuesto para los pobres, cada día más numerosos. El desempleo los incrementa a diario y muchos de ellos, sin recursos ni subsidios, tienen que alimentarse en comedores de caridad, mientras crece constantemente el número de los sin techo que, tras ser expulsados de sus casas por no poder pagar la hipoteca, duermen en parques o en rincones de las ciudades, bajo cartones y plásticos.

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