Sobre los acentos
Por Federico Jiménez Los Santos
HEROICO ha estado Javier Arenas pidiendo que Montserrat Nebrera abandone el PP tras su estúpido comentario sobre el supuesto acento andaluz que, según el fichaje de Piqué, seguramente aplaudido por Arenas, tiene, padece o exhibe la todavía ministra de Fomento.Lo menos que se puede pedir a Arenas, que habla muy bien español, aunque con eco, es que sepa la diferencia entre lengua y habla.Y entre prosodia y ortografía. Y entre verborrea y alalia. Y entre estupidez y aldeanismo. Y entre chistoso y zoquete. Y, ya puestos a diferenciar, entre oportunista y caradura. Comprendo que como alternativa al PSOE dentro de la «realidad nacional», que exhibe y acentúa el Estatuto andaluz, Arenas reciba a Nebrera a porta gayola y haga méritos ante tirios, troyanos y atenienses, pero debería emprender otras guerras que no fueran civiles, las únicas que desde hace años gana el PP.
Por supuesto, para el cainismo marianil, ducho en exclusiones, perito en marginaciones y virtuoso en regurgitaciones, sería un placer cargarse a esta señora que tras el congreso búlgaro de Valencia estuvo a punto de derrotar a la neojefa okupa del PP catalán, la incandescente Alicia Sánchez Camacho. Si la gansada del acento la hubiera dicho la paracaidista del pío Fernández y el impío Rajoy, Arenas pediría que no nos perdiéramos en lo anecdótico y nos atuviéramos a lo fundamental: la permanencia al frente del Ministerio de Fomento de esa bodega de imperfecciones, de esa catástrofe lacada, de esa ruina política llamada Magdalena Alvarez. Pero como Nebrera, a quien Maleni llama Negrera (o eso creí entenderle) no es de Rajoy, echémosla del PP. ¡Ele!
Alvarez, negación bípeda de la Gramática, exhibió su oceánica ignorancia en el Parlamento cuando pretendió esconder como andalucismo lo que no es sino incapacidad patológica para expresarse. Lo de «antes partía que doblá», romo argumento para aferrarse al cargo, era y es una ofensa intelectual. Pero Nebrera no puede burlarse del acento andaluz de Maleni, porque el acento andaluz, sencillamente, no existe. Dentro del español, idioma en el que no se puede escolarizar a un tercio de los niños españoles, hay variantes andaluzas del habla según provincias, comarcas y zonas de inmigración, como Cataluña. Basta oír a uno de Jaén, a otro de Sevilla y a Peret para comprobarlo. De haber «acentos», serían miles. Pero, ay, analfabetos, son millones. Siempre ganan.
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