miércoles, 18 de enero de 2012

Cataluña: "Habla con libertad, habla...en castellano"


OPINIÓN

‘Parla en llibertat, parla… en castellà’

‘Han convertido al castellano en un instrumento para defender los derechos y las libertades. Aquello que había significado el catalán durante el tardo franquismo y los inicios de la Transición, ha sido sepultado por un nacionalismo excluyente y totalitario que ha utilizado el catalán como un instrumento de coagulación ‘nacional’ persiguiendo la lengua mayoritariamente hablada por las catalanes. Una instrumentalización que ha convertido al catalán, para su desgracia, en la lengua del ‘régimen’ nacionalista, una imposición que le ha privado de ser el estandarte de la lucha por la libertad’.
Esta semana pasada la reivindicación de los derechos y condiciones laborales de los Mossos d’Esquadra, frente a los recortes y el ninguneo de la Generalidad, derivó en una polémica lingüística que ha soliviantado los ánimos del nacionalismo lingüístico excluyente en Cataluña. Los sindicatos de Mossos, en una acción de protesta poco habitual, propusieron que la lengua de comunicación preferente de los policías autonómicos de Cataluña fuera el castellano.
Esta decisión derivaba de la negativa de la Consejería de Interior a escuchar y dialogar sobre las condiciones laborales y las propuestas de mejora de la seguridad de los agentes que proponían los representantes sindicales, algunas tan imprescindibles como disponer de chalecos antibala y guantes anticorte para proteger su integridad física y sus vidas.
Esta podía ser una acción discutida pero indiscutible legalmente en una Comunidadoficialmente bilingüe. Sin embargo, la respuesta del #kukluxkat nacionalista no se hizo esperar. Acusaciones de anticatalanismobotiflers, enemigos del catalán, quintacolumnistas, traidores, cipayos… todo ello adobado de amenazas, coacciones e insultos, contra aquellos que habían osado, en un acto de presión sindical, tocar el nervio, el ADN de los nacionalistas: la lengua.
La presión y la coacción nacionalistas contra los trabajadores públicos en Cataluña es permanente y creciente: reglamentos de usos lingüísticos en municipios que prohíben el uso del castellano; leyes como la LEC que impiden el uso en los centros escolares de esta lengua; circulares y protocolos internos a profesores y médicos para prohibir el uso del castellano no ya en las comunicaciones administrativas o en las relaciones entre alumnos o pacientes, sino en las conversaciones personales entre los propios trabajadores; expedientes contra funcionarios que redactan sus informes en castellano; comisarios lingüísticos en las escuelas que supervisan el cumplimiento de los diktat nacionalistas; la negativa de hospitales públicos a dar la información médica en castellano a los enfermos; oficinas de delación lingüística donde el anonimato de los chivatos fomenta las vendettas personales y nos retrotrae a las peores prácticas de los regímenes totalitarios.
Una situación que es el corolario de 32 años de gobiernos nacionalistas donde la libertad ha sido sacrificada en el altar de la lengua, con la complicidad del PSC y el PP que miran hacia otro lado -cuando no instan o apoyan directamente este totalitarismo lingüístico- y las cúpulas de los sindicatos mayoritarios con unos dirigentes vendidos al nacionalismo que se comportan al más puro estilo de los conversos.
Porque en la Cataluña del año 2012, hablar en castellano en la administración, es un acto de rebeldía y por ello se ha convertido en un instrumento para luchar por la libertad. Una libertad amenazada permanentemente por un nacionalismo que somete los derechos de los ciudadanos a una lengua y antepone ésta al bienestar, a la salud y a la educación de los ciudadanos de Cataluña.
32 años de nacionalismo en el poder han convertido al castellano en un instrumento para defender los derechos y las libertades. Aquello que había significado el catalán durante el tardo franquismo y los inicios de la Transición, ha sido sepultado por un nacionalismo excluyente y totalitario que ha utilizado el catalán como un instrumento de coagulación nacional persiguiendo la lengua mayoritariamente hablada por las catalanes. Una instrumentalización que ha convertido al catalán, para su desgracia, en la lengua del régimen nacionalista, una imposición que le ha privado de ser el estandarte de la lucha por la libertad.
Ahora, la rebeldía cívica se demuestra usando el castellano donde más les duele a los nacionalistas, en el espacio secuestrado por sus políticas: la administración pública. Y hay que tomar buena nota. Y así, parafraseando aquella campaña donde una dentadura postiza nos impelía a hablar en catalán, es hora que en Cataluña, aquellos que defendemos la libertad de los ciudadanos desde el respeto más absoluto a nuestra otra lengua, el catalán, nos rebelemos contra las imposiciones nacionalistas: hablemos sin complejos, hablemos en libertad, hablemos en castellano.
Jordi Cañas es diputado autonómico y portavoz de Ciudadanos
la voz de Barcelona

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